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Romanos 9:19-29

Romanos 9:19-29 DHH94I

Pero me dirás: «Siendo así, ¿de qué puede Dios culpar al hombre, si nadie puede oponerse a su voluntad?» Y tú, hombre, ¿quién eres para pedirle cuentas a Dios? ¿Acaso la olla de barro le dirá al que la hizo: «Por qué me hiciste así?» El alfarero tiene el derecho de hacer lo que quiera con el barro, y del mismo barro puede hacer una olla para uso especial y otra para uso común. Dios, queriendo dar un ejemplo de castigo y mostrar su poder, soportó con mucha paciencia a aquellos que merecían el castigo e iban a la perdición. Al mismo tiempo quiso dar a conocer en nosotros la grandeza de su gloria, pues nos tuvo compasión y nos preparó de antemano para tener parte en ella. Así que Dios nos llamó, a unos de entre los judíos y a otros de entre los no judíos. Como se dice en el libro de Oseas: «A los que no eran mi pueblo, los llamaré mi pueblo; a la que no era amada, la llamaré mi amada. Y en el mismo lugar donde se les dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, serán llamados hijos del Dios viviente.» En cuanto a los israelitas, Isaías dijo: «Aunque los descendientes de Israel sean tan numerosos como la arena del mar, solamente un resto de ellos alcanzará la salvación, porque muy pronto el Señor cumplirá plenamente su palabra en todo el mundo.» Como el mismo Isaías había dicho antes: «Si el Señor todopoderoso no nos hubiera dejado descendencia, ahora mismo estaríamos como Sodoma y Gomorra.»

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