Esto me mostró el Señor DIOS: He aquí, Él formaba enjambre de langostas cuando comenzaba a brotar la cosecha de primavera. Y he aquí, la cosecha de primavera era después de la siega del rey. Y sucedió que cuando habían terminado de devorar la hierba de la tierra, yo dije:
Señor DIOS, perdona, te ruego.
¿Cómo podrá resistir Jacob
si es tan pequeño?
Se apiadó el SEÑOR de esto:
No sucederá —dijo el SEÑOR.
Esto me mostró el Señor DIOS: he aquí, el Señor DIOS llamaba para juzgarlos con fuego, y consumió el gran abismo y empezó a consumir el campo.
Entonces dije:
Señor DIOS, cesa, te ruego.
¿Cómo podrá resistir Jacob
si es tan pequeño?
Se apiadó el SEÑOR de esto:
Esto tampoco sucederá —dijo el Señor DIOS.
Esto Él me mostró: He aquí, el Señor estaba junto a un muro hecho a plomo, y tenía en su mano una plomada. Y el SEÑOR me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y respondí: Una plomada. Entonces el Señor dijo:
He aquí, pondré una plomada
en medio de mi pueblo Israel.
Ya no volveré a dejarlos sin castigo.
Los lugares altos de Isaac serán asolados
y los santuarios de Israel destruidos;
y yo me levantaré con espada contra la casa de Jeroboam.
Entonces Amasías, sacerdote de Betel, envió palabra a Jeroboam, rey de Israel, diciendo: Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra ya no puede soportar todas sus palabras. Porque así dice Amós: «Jeroboam morirá a espada y ciertamente Israel saldrá en cautiverio de su tierra». Y Amasías dijo a Amós: Vete, vidente, huye a la tierra de Judá, come allí pan y allí profetiza; pero en Betel no vuelvas a profetizar más, porque es santuario del rey y residencia real.
Entonces respondió Amós y dijo a Amasías: Yo no soy profeta, ni hijo de profeta, sino que soy boyero y cultivador de sicómoros. Pero el SEÑOR me tomó cuando pastoreaba el rebaño, y me dijo: Ve, profetiza a mi pueblo Israel. Ahora pues, escucha la palabra del SEÑOR: Tú dices: «No profetices contra Israel ni hables contra la casa de Isaac».