Mira, oh Dios, escudo nuestro, y contempla el rostro de tu ungido. Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios que morar en las tiendas de impiedad. Porque sol y escudo es el SEÑOR Dios; gracia y gloria da el SEÑOR; nada bueno niega a los que andan en integridad. Oh SEÑOR de los ejércitos, ¡cuán bienaventurado es el hombre que en ti confía!
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