Abdías 1:1-21
Abdías 1:1-21 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Visión de Abdías. Esto es lo que dice el SEÑOR y Dios acerca de Edom. Hemos oído un mensaje de parte del SEÑOR. Un heraldo ha sido enviado a las naciones, diciendo: «¡Vamos, marchemos a la guerra contra ella!». «Te haré pequeño entre las naciones, totalmente menospreciado. La soberbia de tu corazón te ha engañado. Como habitas en las hendiduras de las rocas, en la altura de tu morada, te engañas a ti mismo, diciendo: ¿Quién podrá arrojarme a tierra? Aunque vueles a lo alto como águila, y tu nido esté puesto en las estrellas, desde allí te haré caer», afirma el SEÑOR. «Si vinieran a ti ladrones o saqueadores nocturnos, ¿no robarían solo lo que crean suficiente? ¡Pero a ti te espera gran destrucción! Si vinieran a ti los vendimiadores, ¿no dejarían algunas uvas? ¡Pero a ti, Esaú, te saquearán! ¡Te despojarán de tus tesoros más escondidos! Hasta la frontera te expulsarán tus propios aliados, te engañarán y dominarán tus propios amigos. Los que se sientan a tu mesa te pondrán una trampa. Es que Edom no tiene entendimiento. »¿Acaso no destruiré yo en aquel día a los sabios de Edom, a la inteligencia del monte de Esaú?», afirma el SEÑOR. «Ciudad de Temán, tus guerreros temblarán de miedo, de que todo hombre sea exterminado del monte de Esaú por la masacre. Por la violencia hecha contra tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza y serás exterminado para siempre. En el día que te mantuviste al margen, en el día que extranjeros se llevaron sus riquezas, cuando extraños entraron por su puerta y sobre Jerusalén echaron suerte, tú eras como uno de ellos. No debiste reírte de tu hermano en su mal día, en el día de su desgracia. No debiste alegrarte a costa del pueblo de Judá en el día de su ruina. No debiste hablar con arrogancia en el día de su angustia. No debiste entrar por la puerta de mi pueblo en el día de su calamidad. No debiste disfrutar con su desgracia en el día de su calamidad. No debiste echar mano a sus riquezas en el día de su calamidad. No debiste aguardar en los cruces de caminos para matar a los que huían. No debiste entregar a los sobrevivientes en el día de su angustia. »Porque cercano está el día del SEÑOR contra todas las naciones. ¡Como hiciste se te hará! ¡Sobre tu cabeza recaerá tu merecido! Pues sin duda que, así como ustedes bebieron de mi copa en mi santo monte, así también la beberán sin cesar todas las naciones; beberán y beberán, entonces serán como si nunca hubieran existido. Pero en el monte Sión habrá liberación y será sagrado. El pueblo de Jacob recuperará sus posesiones. Los descendientes de Jacob serán fuego y los de José, llama; pero la casa real de Esaú será paja: le pondrán fuego y la consumirán de tal forma que no quedará sobreviviente entre los descendientes de Esaú». El SEÑOR lo ha dicho. Los del Néguev poseerán el monte de Esaú; los de la región de Sefalá poseerán Filistea; también poseerán los campos de Efraín y de Samaria; y los de Benjamín poseerán Galaad. Los exiliados, este ejército de israelitas que viven entre los cananeos, poseerán la tierra hasta Sarepta. Los desterrados de Jerusalén, que viven en Sefarad, poseerán las ciudades del Néguev. Los libertadores subirán al monte Sión para gobernar la región montañosa de Esaú. Y el reino será del SEÑOR.
Abdías 1:1-21 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Dios le comunicó al profeta Abdías lo que pensaba hacer con el país de Edom. Le dijo: «Yo soy el Dios de Israel, y ya envié un mensajero por todas las naciones. Escuchen bien su mensaje: “¡Tomen sus armas, naciones todas! ¡Vamos a la guerra contra Edom!” »Y tú, Edom, escúchame bien: Yo voy a hacer de ti la más pequeña de las naciones. ¡Todo el mundo te despreciará! »Tú te crees muy importante porque vives entre las rocas; piensas que estás muy seguro por vivir en las altas montañas; crees que nadie podrá derribarte, ¡pero estás muy equivocado! »Yo soy el Dios todopoderoso, y juro que te derribaré aunque vueles como las águilas y pongas tu nido entre las estrellas. »Cuando un ladrón te asalta de noche, no te quita todo lo que tienes, sino lo que tengas de más valor; y cuando los que cosechan uvas entran a tus viñedos, no se llevan todos los racimos. ¡Pero a ti te han quitado todo! ¡Se han llevado todos tus tesoros! Los que estaban de tu parte y decían que eran tus amigos te pusieron trampas y te engañaron; los que compartían tu mesa se volvieron tus enemigos, te echaron de tu propia tierra ¡y tú ni cuenta te diste! »Pero escúchame, Edom: yo soy el Dios todopoderoso, y te juro que viene el día en que no quedará en tus montañas ni uno solo de tus sabios. ¡Yo acabaré con todos ellos! En la ciudad de Temán tus valientes temblarán de miedo, y en las montañas de Edom todos morirán en la batalla. »Tú, Edom, quedarás en vergüenza y serás destruido por completo por haber tratado con violencia a tus parientes, los israelitas. Cuando un ejército enemigo atacó la ciudad de Jerusalén y derribó sus portones, tú te portaste igual que ellos; viste cómo se repartían las riquezas de la ciudad, ¡y no hiciste nada para impedirlo! »No debiste haberte alegrado cuando tus hermanos sufrían; no debiste haberte reído cuando Judá estaba en ruinas; no debiste burlarte de ellos cuando estaban angustiados; no debiste entrar en Jerusalén ni alegrarte de su desgracia cuando mi ciudad era destruida; no debiste robarle sus riquezas cuando ya no podía defenderse. No debiste quedarte donde se cruzan los caminos para matar allí a los que huían, ni debiste haberlos entregado en manos de sus enemigos cuando ya no sabían qué hacer. »¡Pero ya está cerca el día en que juzgaré a todas las naciones! ¡Ese día te daré tu merecido! ¡Ese día te voy a dar el mismo trato que diste a otros! »Mi pueblo sufrió mucho en el monte donde está mi templo; ¡pero así sufrirán también todas las naciones extranjeras, y al fin desaparecerán! ¡Será como si no hubieran existido! »Pero algunos de mi pueblo buscarán refugio en mi templo y allí se pondrán a salvo, pues Sión es mi monte preferido. Allí los descendientes de Jacob recobrarán lo que les pertenece. »Así como el fuego quema la estopa, la gente de Edom será destruida por las doce tribus de Israel. ¡Nadie en Edom quedará con vida! Yo soy el Dios de Israel, y les juro que así será. »Los israelitas del sur recibirán las montañas de Edom; los israelitas de la llanura recibirán el territorio filisteo, el territorio de Efraín y el territorio de Samaria; los de la tribu de Benjamín recibirán el territorio de Galaad; la gran multitud de israelitas que fueron llevados a otros países recibirá el territorio de los cananeos, hasta la ciudad de Sarepta; y los habitantes de Jerusalén que fueron llevados a Sefarad, recibirán las ciudades del sur. Todos ellos vendrán a mi templo como un pueblo victorioso; gobernarán al orgulloso país de Edom, ¡y yo seré su rey!»
Abdías 1:1-21 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Visión de Abdías. Hemos escuchado el pregón de parte del Señor, y se ha enviado un mensajero a las naciones. Así ha dicho Dios el Señor acerca de Edom: «¡Levántense, declarémosle la guerra a este pueblo! Como puedes ver, te he hecho pequeño entre las naciones, y estás abatido en gran manera. A ti, que habitas en las más altas montañas y entre las grietas de las peñas, y que en tu corazón piensas que nadie te hará rodar por los suelos, tu soberbio corazón te ha engañado. Yo te haré caer, aunque levantes el vuelo como el águila y pongas tu nido entre las estrellas. —Palabra del Señor. »Si por la noche te atacaran ladrones o bandidos, ¿no te robarían solo hasta quedar satisfechos? Y si a tu viña entraran los vendimiadores, ¿no dejarían algunas uvas? Pero a ti, Esaú, ¡cómo te han destruido! ¡Cómo han rebuscado tus posesiones! ¡Cómo han buscado tus tesoros escondidos! ¡Todos tus aliados te han engañado! ¡Te han hecho llegar a los extremos! ¡Los que estaban en paz contigo te han vencido! ¡Los que compartían el pan contigo te han traicionado! ¡Esto es algo incomprensible! ¿Y no haré yo que en ese día perezcan los sabios de Edom y los prudentes del monte de Esaú? —Palabra del Señor. »¡Ay, Temán, tus valientes serán amedrentados! Será tal el estrago que todos los guerreros del monte de Esaú perecerán. Por haber injuriado a tu hermano Jacob, quedarás en vergüenza y serás eliminado para siempre. El día que un ejército extranjero llevaba cautivo a su ejército, y gente extraña entraba por las puertas de Jerusalén y sobre ella echaba suertes, tú estabas allí, en primera fila; ¡tú eras también uno de ellos! Pero no debiste haber sido un mero espectador el día que tu hermano era víctima del infortunio. No debiste haberte alegrado el día en que se perdieron los hijos de Judá. No debiste haberte ufanado en el día de su angustia. No debiste haber entrado por las puertas de mi pueblo el día que este fue quebrantado. ¡No, no debiste haberte deleitado con su mal el día que fue destruido, ni debiste despojarlo de sus bienes en el día de su desgracia! ¡No debiste pararte en las encrucijadas para matar a los que intentaban escapar! En ese día angustioso, ¡no debiste entregar a los sobrevivientes! »Ya está cerca mi día contra todas las naciones, y lo mismo que hiciste se hará contigo; ¡sobre ti recaerá lo que mereces recibir! Así como en mi santo monte ustedes bebieron de la copa de mi ira, también beberán de ella siempre todas las naciones; la beberán hasta la última gota, y será como si nunca hubieran existido.» Pero en el monte Sión habrá un remanente que se salve; será un remanente santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. La casa de Jacob será fuego, la casa de José será llama, y la casa de Esaú será estopa, y arderán y se consumirán; ni un solo resto quedará de la casa de Esaú, porque el Señor lo ha dicho. Los del Néguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín y los campos de Samaria, y Benjamín tomará posesión de Galaad. Los cautivos de este ejército de los hijos de Israel se adueñarán del territorio de los cananeos, hasta Sarepta, y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Néguev. Entonces vendrán al monte Sión unos libertadores, y juzgarán al monte de Esaú, y el reino será del Señor.
Abdías 1:1-21 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Profecía que Abdías recibió del Señor por revelación. Hemos oído un mensaje del Señor; un mensajero ha ido a las naciones, a decirles: «¡En marcha! ¡Vamos a la guerra contra Edom!» Dios el Señor le dice a Edom: «Voy a hacerte pequeño entre las naciones y a humillarte en gran manera. Tu orgullo te ha engañado. Vives en las grietas de las peñas y habitas en las alturas, y por eso has llegado a creer que nadie puede derribarte. Pero aunque te eleves como el águila y pongas tu nido en las estrellas, de allí te haré caer.», El Señor afirma: «Si los ladrones vinieran de noche a robarte, no se lo llevarían todo; si vinieran a ti los vendimiadores, algunos racimos dejarían. En cambio, tus enemigos te han destrozado por completo. ¡Cómo te han saqueado, Esaú! ¡Han robado hasta el último de tus tesoros!, Todos tus aliados te engañaron; te echaron de tu propia tierra. Aun tus propios amigos se han puesto en contra tuya, y tus amigos de confianza te han tendido trampas. ¡Edom no tiene inteligencia!» El Señor afirma: «El día en que yo castigue a Edom, destruiré a todos sus sabios y quitaré la inteligencia a los de la región montañosa de Esaú. Los guerreros de Temán temblarán de miedo, y en la región montañosa de Esaú no quedará nadie con vida. »Quedarás cubierto de vergüenza y destruido para siempre, por haber maltratado y matado a tu hermano Jacob. Cuando el enemigo saqueó las riquezas de la ciudad, cuando los soldados extranjeros rompieron las puertas de Jerusalén, ¡tú te hiciste a un lado! Cuando se rifaron sus despojos y se llevaron sus riquezas, ¡tú te portaste como uno de ellos! No debiste alegrarte de ver a tu hermano en el día de su desgracia, ni debiste alegrarte de ver a Judá en el día de su ruina, ni debiste burlarte de ellos en el día de su angustia. No debiste entrar en mi ciudad el día de su sufrimiento, ni debiste alegrarte de su desgracia el día de su infortunio, ni debiste robar sus riquezas el día de su calamidad. No te debiste parar en las encrucijadas para matar a los que escapaban, ni debiste entregar a los que huían en el día de la angustia. Lo mismo que hiciste con otros, se hará contigo: ¡recibirás tu merecido! »Ya está cerca el día del Señor para todas las naciones. Como fue de amarga la copa que ustedes bebieron en mi santo monte, así de amarga será la copa que las demás naciones beberán sorbo a sorbo; y desaparecerán por completo. Pero el monte Sión será un lugar santo adonde algunos lograrán escapar. Los descendientes de Jacob recobrarán sus tierras; los descendientes de Jacob y de José serán fuego y serán llama, y los de Esaú serán estopa que aquel fuego devorará completamente. ¡Ninguno de los de Esaú se salvará! Yo, el Señor, lo he dicho.» Los israelitas del Négueb tomarán posesión de la región montañosa de Esaú, y los de la llanura se apoderarán del territorio de los filisteos. También tomarán posesión de las tierras de Efraín y del territorio de Samaria, y los de Benjamín se apoderarán de Galaad. Esta multitud de israelitas desterrados tomará posesión del territorio de los cananeos hasta Sarepta, y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad tomarán posesión de las ciudades del Négueb. Subirán victoriosos al monte Sión para dictar sentencia contra los de la región montañosa de Esaú, y el Señor será quien reine.
Abdías 1:1-21 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Visión de Abdías. Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla. He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera. La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová. Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco? ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados. Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento. ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú? Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago. Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre. El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos. Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia. No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad. Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia. Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido. Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho. Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad. Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev. Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová.
Abdías 1:1-21 La Biblia de las Américas (LBLA)
Visión de Abdías. Así dice el Señor DIOS acerca de Edom: Hemos oído un mensaje del SEÑOR, y un mensajero ha sido enviado a las naciones, diciendo: Levantaos y alcémonos contra él en batalla. He aquí, te haré pequeño entre las naciones; despreciado eres en gran manera. La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que habitas en las hendiduras de la peña, en las alturas de tu morada; que dices en tu corazón: «¿Quién me derribará por tierra?». Aunque te remontes como el águila, y aunque entre las estrellas pongas tu nido, de allí te derribaré —declara el SEÑOR. Si vinieran a ti ladrones o salteadores de noche (¡cómo quedarías arruinado!), ¿no robarían hasta que les bastara? Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían rebuscos? ¡Cómo será escudriñado Esaú, y rebuscados sus tesoros escondidos! Hasta la frontera te echarán todos tus aliados; te engañarán, te dominarán los que están en paz contigo; los que comen tu pan tenderán emboscada contra ti. (No hay entendimiento en él.) ¿No destruiré en aquel día —declara el SEÑOR— a los sabios de Edom y el entendimiento del monte de Esaú? Entonces tus valientes serán atemorizados, oh Temán, de modo que todo hombre será cortado del monte de Esaú con muerte violenta. ¶Por la violencia contra tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza, y serás cortado para siempre. El día que te pusiste a un lado, el día en que extraños se llevaban su riqueza, y extranjeros entraban por su puerta y sobre Jerusalén echaban suertes, tú también eras como uno de ellos. No te alegres en el día de tu hermano, en el día de su exterminio; no te alegres de los hijos de Judá en el día de su destrucción; sí, no te jactes en el día de su angustia. No entres por la puerta de mi pueblo en el día de su ruina. Sí, no te alegres tú de su desgracia en el día de su ruina; no te apoderes de sus riquezas en el día de su ruina. No te apostes en la encrucijada para exterminar a sus fugitivos, y no entregues a sus sobrevivientes en el día de su angustia. ¶Porque se acerca el día del SEÑOR sobre todas las naciones. Como tú has hecho, te será hecho; tus acciones recaerán sobre tu cabeza. Como vosotros bebisteis en mi santo monte, así beberán continuamente todas las naciones. Beberán y tragarán, y serán como si no hubieran sido. Pero en el monte Sión quedará un remanente, y será lugar santo, y la casa de Jacob volverá a tomar sus posesiones. Entonces la casa de Jacob será un fuego, y la casa de José una llama, y rastrojo la casa de Esaú. Los quemarán y los consumirán, y no quedará sobreviviente alguno de la casa de Esaú —porque el SEÑOR ha hablado. Entonces los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela la llanura de los filisteos; poseerán también el territorio de Efraín y el territorio de Samaria, y Benjamín poseerá Galaad. Y los desterrados de este ejército de los hijos de Israel que están entre los cananeos hasta Sarepta, y los desterrados de Jerusalén que están en Sefarad, poseerán las ciudades del Neguev. Y subirán libertadores al monte Sión para juzgar al monte de Esaú, y el reino será del SEÑOR.
Abdías 1:1-21 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Esta es la visión que el SEÑOR Soberano reveló a Abdías acerca de la tierra de Edom. Hemos oído un mensaje del SEÑOR, que un embajador fue enviado a las naciones para decir: «¡Prepárense todos! ¡Convoquemos a nuestros ejércitos y ataquemos a Edom!». El SEÑOR dice a Edom: «Te haré pequeña entre las naciones; serás muy despreciada. Has sido engañada por tu propio orgullo porque vives en una fortaleza de piedra y haces tu morada en lo alto de las montañas. “¿Quién puede tocarnos aquí en las remotas alturas?”, te preguntas con arrogancia; pero aunque te remontes tan alto como las águilas y construyas tu nido entre las estrellas, te haré caer estrepitosamente», dice el SEÑOR. «Si vinieran ladrones en la noche y te robaran, (¡qué desastre te espera!) no se llevarían todo. Los que cosechan uvas siempre dejan unas cuantas para los pobres. ¡Pero tus enemigos te aniquilarán por completo! Registrarán y saquearán cada rincón y cada grieta de Edom. Se llevarán hasta el último de los tesoros escondidos. »Todos tus aliados se volverán contra ti y ayudarán a expulsarte de tu tierra. Te prometerán paz mientras traman engañarte y destruirte. Tus amigos de confianza te tenderán trampas y ni siquiera te darás cuenta. En aquel día ni una sola persona sabia quedará en toda la tierra de Edom —dice el SEÑOR—. Pues destruiré en las montañas de Edom a todos los que tengan entendimiento. Los más poderosos guerreros de Temán sentirán terror, y todos en las montañas de Edom serán exterminados en la masacre. »A causa de la violencia con la que trataste a tus parientes cercanos de Israel, te llenarás de vergüenza y serás destruido para siempre. Cuando tus parientes fueron invadidos, te mantuviste al margen y te negaste a ayudarlos. Los invasores se llevaron su riqueza y echaron suertes para repartirse Jerusalén, pero tú actuaste como un enemigo de Israel. »No debiste alegrarte cuando desterraron a tus parientes a tierras lejanas. No debiste gozarte cuando el pueblo de Judá sufría semejante desgracia. No debiste hablar con arrogancia en ese terrible tiempo de angustia. No debiste saquear la tierra de Israel mientras ellos sufrían semejante calamidad. No debiste regodearte de su destrucción mientras sufrían semejante calamidad. No debiste robar sus riquezas mientras sufrían semejante calamidad. No debiste pararte en la encrucijada para matar a los que intentaban escapar. No debiste capturar y entregar a los sobrevivientes en su terrible tiempo de angustia. »¡Se acerca el día cuando yo, el SEÑOR, juzgaré a todas las naciones paganas! Como le hiciste a Israel, así se hará contigo. Todas tus malas acciones recaerán sobre tu cabeza. Así como te tragaste a mi pueblo en mi monte santo, así tú y las naciones vecinas se tragarán el castigo que derramaré sobre ti. Sí, todas las naciones beberán, se tambalearán y desaparecerán de la historia. »Sin embargo, Jerusalén será un refugio para los que escapen; será un lugar santo. Y el pueblo de Israel regresará para reclamar su herencia. El pueblo de Israel será un fuego violento, y Edom, un campo de hierba seca. Los descendientes de José serán una llama que rugirá a través del campo, devorándolo todo. No quedará nadie con vida en Edom. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado! »Entonces mi pueblo que vive en el Neguev ocupará las montañas de Edom. Los que viven en las colinas de Judá poseerán las llanuras de los filisteos y se apoderarán de los campos de Efraín y de Samaria, y el pueblo de Benjamín ocupará la tierra de Galaad. Los desterrados de Israel volverán a su tierra y ocuparán la costa de Fenicia hasta Sarepta, al norte. Los cautivos de Jerusalén desterrados en el norte volverán a casa y repoblarán los pueblos del Neguev. Los que hayan sido rescatados subirán al monte Sion en Jerusalén para gobernar sobre las montañas de Edom. ¡Y el SEÑOR mismo será rey!».