Las tormentas de la vidaMuestra

ESCUCHAR EN MEDIO DE LA TORMENTA

Mientras estaba preso, Pablo fue llevado a Roma. En determinado momento, el apóstol le aconsejó al centurión romano que estaba a cargo del viaje que no siguiera adelante, porque Dios le había revelado que se encontrarían con una gran tempestad; pero el centurión subestimó el consejo de Pablo y dijo para sí: «Este hombre sabe mucho de las cosas judías, de la religión, de la Biblia, pero ¡qué puede saber de la navegación! Zarpemos y no tengamos en cuenta su consejo». Muchas veces lo que se levanta y se opone a la voz de Dios son nuestros propios razonamientos. 

Aprender a oír la voz de Dios traerá grandes bendiciones a nuestra vida y nos evitará grandes pérdidas. Muchas veces estamos en problemas porque no hemos aprendido a oír la voz de Dios. Sabemos pedir, pero esa es solo una parte de la oración. La más importante es aquella en la que Dios habla y nosotros oímos.

El oír nos ayuda a evitar complicaciones a lo largo de la vida.

Aprender a oír a Dios es tener temor de Dios. Dios suele ser más simple de lo que pensamos. Él es práctico, utiliza las circunstancias para levantar su voz y avisarnos  que no vamos por buen camino. 

El relato de esta historia indica que, aun ante las advertencias recibidas, decidieron zarpar y se metieron en un gran problema: fueron directo al medio del huracán. Todo por no aprender a oír a Dios. Estaban totalmente perdidos, sin luz de día ni de noche, en total oscuridad, perdidos por completo. 

A veces, aconsejados por las emociones o por los sentimientos, tomamos malas decisiones que inevitablemente traen sus consecuencias:  puede costarnos la casa, el auto, la licencia del taxi y hasta la tranquilidad, ya que el teléfono suena todos los días por las deudas que tenemos. Pero debemos saber que cuando hay arrepentimiento, cuando nos volvemos a Dios, Él nos saca de toda tempestad. Nos quita de en medio del ojo del huracán y nos hace libres. 

No sé por qué tormenta estarás atravesando, pero Dios está hablándote y necesitas escucharlo. Él es un Dios misericordioso y siempre te hará ver la salida.

Osvaldo Carnival