Enriquecidos en CristoMuestra

Enriquecidos plenamente en Cristo 

Pablo, enfatiza que es el Dios triuno quien ha provisto a todos ellos, todo lo que necesitan. Que nunca olviden que Dios es el proveedor completo y Él no necesita del ingenio humano, del intelecto o posiciones de los seres humanos.

Es evidente, que Dios ha enriquecido a los creyentes corintios con los dones de lengua, logos. La palabra griega logos, a menudo se traduce como «palabra», «decir» o «hablar». Son todas las habilidades divinas, que tienen que ver con la comunicación de los asuntos espirituales.

Gente de los tiempos de Pablo, disfrutaba de la retórica (el arte de hablar o escribir con efectividad). La oratoria, proveía una manera de convencer, persuadir, y mover a la gente con argumentos filosóficos. Era un recurso poderoso del cual se valían los maestros griegos para impulsar sus escuelas de pensamiento. No obstante, cualquier don espiritual o talento natural, se pueden utilizar con fines malvados. El mayor talento de Adolfo Hitler, era su capacidad de oratoria, pero su uso perverso, llevó a la muerte a millones de personas.

Como Pablo sugiere en los capítulos 12 y 13, los creyentes corintios estaban muy orgullosos de sus dones espirituales, en particular del don de hablar en lenguas. Aunque éste era un don legítimo, su enfoque en este don les llevó al orgullo espiritual y no a tratar de apropiar dones más significativos. Más adelante en esta carta, Pablo dice, «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe».

Igualmente, Dios les había dado dones de ciencia, gnosis. La ciencia, que es el conocimiento otorgado por la sabiduría divina, es un don importante. En su gran mayoría, los ciudadanos en Corinto eran prósperos y sofisticados, y los creyentes corintios se enorgullecían de su sabiduría. No obstante, más adelante en esta carta Pablo dirá, «Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo amor, nada soy».