Rosas para el almaMuestra

La Biblia nunca prohíbe que se medite ni que se discierna entre el bien y el mal. Es más, a libertad nos llama Dios. No obstante, hacerlo sin sabiduría es insensatez. Nos expone a caminar entre la delgada línea del juicio y la razón que nos descalifica, pues con antelación sabemos que no dominamos todos los campos, ni todos los argumentos, ni las variables. Por tanto, jamás juzgaremos como es debido.

Es posible juzgar porcentualmente las acciones de los hombres, pero con mediciones inexactas e insuficientes para comprobar las intenciones del corazón. Hay quienes practican el mal con motivaciones buenas y gente de conducta irreprochable actuando de manera inapropiada. También está la gente sinceramente equivocada y quienes deciden ponerse de acuerdo para estar en desacuerdo. Sin embargo, hay algo que nunca debemos pasar por alto, sin importar cuál sea nuestra posición, y es que juzgar sin amor es una forma de matar.