Motivación más movilización es igual a multiplicaciónEjemplo

Lo que Dios hace y lo que ellos hacían

Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. En este versículo vemos dos elementos: lo que Dios hace y lo que ellos hacían. ¿Qué hacía el Señor? Añadía cada día a los que serían salvos, pero, ¿qué hacía la iglesia? En todas partes, en el templo, calles y casas no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. La iglesia hace su parte, Dios tiene asignada la suya, ocupémonos de lo que nos corresponde pues la de Él, está garantizada. 

Y los que creían en el Señor se aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres. Notamos que cuando hay motivación y movilización habrá multiplicación ¿Qué era lo que esta iglesia veía como respuesta del Señor? Se veía una etapa inicial, pero luego dice que se añadieron multitudes, gran número. El efecto multiplicador es inevitable cuando hay una tarea consistente y con un sentido de causa, en la cual estamos enfocados. 

En aquellos días, al aumentar el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Tenemos como razón y motivación, ver las multitudes que necesitan que se les notifique el llamado en Cristo, darlo a conocer es nuestra tarea. ¿A quiénes vamos a alcanzar? A los incrédulos, a los que no son creyentes y no han sido salvados. Ellos llegan a ese conocimiento para ser creyentes y son añadidos como tal, han participado de esta fe que han conocido. La dinámica progresiva de vida es: ya no tenían multitud de creyentes que asistían, sino se añadían. 

¿Qué se veía en la iglesia? Un incremento de discípulos. Ahora se tiene alguien de otro calibre, no un asistente, sino un comprometido a una tarea formal, porque la mentalidad de discípulo es otra. 

El creyente, sencillamente es un consumidor, espera que se atienda su necesidad. El discípulo es un aprendiz, entra con una mentalidad de desarrollo, capacitación y aprendizaje, porque él tiene otra perspectiva de la fe. Ya no es un creyente, ahora es un discípulo. El discípulo está comprometido con lo que su raíz dice a una disciplina formativa e instructiva, donde él entiende que la fe no es una cuestión de consumo, sino de participación. Ahora no son creyentes que asisten para ser atendidos, sino son discípulos que vienen para servir, crecer, aprender y estar comprometidos en esa razón de causa. Con mentalidad de discípulo hay una disciplina de aprendizaje, desarrollo y propósito.