7 reflexiones esenciales de la Biblia de Estudio RVRMuestra

Observar el día de reposo 

La mano seca de un hombre es curada; se sana a un hombre con hidropesía. La mayoría se alegraría por la restauración de la salud y se maravillaría por el poder de Jesús sobre la enfermedad. Sin embargo, los fariseos se llenaban de ira (6.11) o permanecían en silencio desaprobatorio (14.4). ¿Por qué? 

Para los líderes religiosos de la época de Jesús, curar en día de reposo era sacrílego, lo consideraban trabajo, algo que los diez mandamientos prohibían claramente (ver Éx 20.8-11; Dt 5.12-15). Era un día santo, apartado para Dios. Del mismo modo que tenían instrucciones de dar una décima parte de sus ganancias a Dios, los israelitas también debían darle de su tiempo. Violar el día de reposo era un asunto muy grave, ya que la ley del Señor exigía la muerte de quienes lo hacían (véase Éx 31.14, 15; 35.2). 

Durante el periodo del segundo templo (515 a.C.-70 d.C), los escribas y rabinos analizaron las palabras de las Escrituras, interpretando cada detalle. ¿Qué se consideraba «trabajo» en el día de reposo? ¿Qué podía permitir- se «dentro de la ley»? Según esta, no se podían llevar cargas ese día, lo que obligaba a aclarar y definir lo que constituía exactamente una «carga». Aparentemente, los escribas tenían una buena razón para interpretar la ley: no querían que nadie la quebrantase involuntariamente. Sin embargo, sus interpretaciones cada vez hacían más hincapié en la observancia externa de las normas en lugar de cultivar una actitud de sumisión delante del Señor. La obediencia perfecta a la ley y su interpretación pasaron a ser una fuente de soberbia en lugar de una expresión tangible de amor a Dios. En la época de Jesús, los rabís y los escribas se habían vuelto tan estrictos que acusaron a los discípulos de Jesús de violar el día de reposo por haber recogido un poco de grano, frotarlo entre las manos y comerlo mientras andaban por un campo (6.1, 2). 

Las curaciones de Jesús en el día de reposo enojaron a los maestros religiosos. Parece obvio que considera- ban que curar era trabajar, y estaba prohibido por el cuarto mandamiento (ver Dt 5.14). Sin embargo, para Jesús era aplicar el sentido común y hacer una buena obra. Jesús reveló la hipocresía de los rabís con el ejemplo de un buey que cae en un hoyo. Los fariseos permitirían que se rescatase, pero querían prohibir que Jesús hiciese lo mismo con un ser humano. Su indignación procedía de su propia interpretación de la ley y no de esta en sí. Los escribas y rabís habían meditado, clasificado y definido todas sus minucias, pero habían ignorado su sentido principal. El Señor había dado la ley para instar a los israelitas a amarlo a él y a los demás (ver Mr 12.30, 31). Él nunca prohibió hacer el bien en el día de reposo.