Cuando El Cielo Es De bronceMuestra

 “El lamento”

Los salmos de lamento son aquellos que describen cómo nos sentimos cuando atravesamos por tiempos difíciles. Éstos expresan lo que hay en nuestro corazón y mente pero no los expresamos con nuestros labios. No nos atrevemos a acusar a Dios, nuestro Padre, que habita en el lugar santísimo. Nos acercamos a Dios con máxima reverencia a pesar de cómo nos sentimos; pero Él conoce nuestros corazones y pensamientos aun antes de que lleguen a nuestra mente. No podemos engañar a Dios. 

De acuerdo con Claus Westermann, los salmos de lamento contienen una estructura en la cual el salmista comienza con una petición de auxilio, luego prosigue a una serie de quejas y culmina en alabanza. Sin embargo, en el Salmo 88 no se pasa de la petición a la alabanza —como en los otros salmos de lamento—, ni tampoco se menciona un cambio radical en la condición del salmista. 

El teólogo Walter Brueggemann dice que “el Salmo 88 es un ejemplo básico de las quejas sin respuesta incluidas en el Salterio. En él no hay indicio de respuesta o solución de parte de Dios. El orador señala a lo que parece ser un cielo vacío y un trono indiferente. El Salmo es una acusación directa y enérgica en contra de Dios, en la cual el orador no sólo hace mención del problema, sino que lo coloca en la puerta de Yahvé”. 

Aunque el orador es impulsado por una intensidad y desesperación mayor, nunca considera la posibilidad de retirarse de la conversación con Dios, nunca considera la posibilidad de que su conversación sea inútil, o de buscar ayuda en otro lado.