¿Quién es Dios?Muestra

Impresiones de gracia

¡Qué afirmación tan escandalosa! En la cultura de los lectores originales, declarar que un hermano mayor sirviera a un hermano menor era indignante y vergonzosa. Pero en los tratos de Dios con la gente, este tipo de inversión de roles es justo lo contrario; es una obra de gracia (Romanos 9.10-13). La gracia cambia el orden natural de las cosas. Una y otra vez a lo largo del libro de Génesis, los titulares de estas narrativas parecían escandalosos para su audiencia original. Tal vez en la mente del lector moderno este asombro se pierde, pero las implicaciones para los cristianos son gigantescas. Dios busca restaurar a los adoradores derramando su favor sobre ellos. Considera los siguientes titulares a la luz de la gracia escandalosa de Dios:

Dios les dio pieles de animales a Adán y a Eva en vez de una retribución (Génesis 3.21). Adán y Eva merecían la muerte por su rebelión (2.17), pero Dios les dio gracia.

Abel obtuvo el favor de Dios en lugar de Caín (Génesis 4.4-5). En otro ejemplo del hermano menor que recibe la gracia de Dios, a Abel se le concedió el favor de Dios porque llevó un simple sacrificio por fe (Hebreos 11.4), mientras que Caín solo reveló su corazón pecaminoso en el encuentro (Génesis 4.5-7).

Dios salvó a un hombre imperfecto y a su familia por medio de un arca. Sería fácil pasar por alto o evitar Génesis 9.20-27 debido a su contenido bochornoso e incómodo. Sirve como una contradicción con el hombre que el escritor introdujo por primera vez que «contaba con el favor del Señor» (Génesis 6.8). El hecho es que el favor con el que Noé contaba no se debía a que fuera un hombre perfecto.

Abraham recibió un pacto unilateral de Dios. Las ramificaciones de la promesa de Dios a Abram en Génesis 15 son vastas. De esta fuente, se derrama el resto de las Escrituras. Pero la historia de este hombre bendito estaba lejos de ser prístina. Josué escribió que el padre de Abram adoraba a otros dioses (Josué 24.2) y que Abram mintió para protegerse (Génesis 12.10-20; 20.2). La gracia de Dios convierte a Abram en el padre de muchas naciones y en una fuente de bendición eterna para todo el mundo.