Serie Ejercicio de confianza – Crecimiento espiritualMuestra

Piedad, amor fraternal y amor 

Mientras avanzamos por los caminos de construir el carácter, hay algo que Dios desea desarrollar en todos nosotros, la piedad. La piedad significa adorar bien. La piedad no significa que seas perfecto todo el tiempo, significa que adoremos bien. Nunca cantaré bien. Mis amigos y mi familia darán testimonio de eso. Pero, puedo adorar bien. Nunca podré escribir canciones. Pero, puedo adorar bien.

La piedad no es que seas un pastor, un misionero o un ministro. Puedes ser un fontanero y adorar bien. Puedes ser un contador y adorar bien. Puedes ser un estudiante y adorar bien. Puedes adorar correctamente a Dios a través de tu tiempo más difícil, tu tiempo más fácil, en tu cotidianidad. Sé una persona que adora bien. (1 Timoteo 4:8)

El siguiente atributo que Pedro nos da es la bondad fraterna. (Algunas versiones dicen, amor fraternal). La palabra griega es phileo. Por eso Filadelfia es conocida como «la ciudad del amor fraternal». 

Esta clase de amor significa mostrar amabilidad a quienes te rodean en tu lugar de trabajo, en tu familia, a tus vecinos, a la persona en el apartamento de al lado o al condominio que está arriba o debajo. Dios quiere que tengamos bondad fraterna.

Finalmente, Pedro termina con el amor. Ahora, ¿por qué diría amor fraternal y luego amor? En el griego, hay dos palabras diferentes. Una es phileo, que significa "amor fraternal". (1 Tesalonicenses 2:8) La otra es ágape, que significa "amor de Dios". (1 Corintios 13) Pedro termina magistralmente cuando dice: «Quiero que tengas estos aspectos en tu vida en un grado cada vez mayor».

Pero, no es necesario que esperes hasta que tengas uno en tu vida, para comenzar a trabajar para tener el otro. Todas estas cosas suceden simultáneamente. Todo está creciendo junto. ¿En cuál necesitas concentrarte realmente en este momento en tu vida cristiana? ¿Estás a punto de ceder? ¿Estás a punto de rendirte? ¿De qué se trata?

Cuando observas un bebé mientras crece, no dices: «¿Viste a ese bebé el otro día? Tenía una mano de 10 años, pero un pie como de 5 años». Esto no tiene sentido. De la misma manera no miras a un niño y dices: «Oye, eres un niño de 5 años. ¿Por qué no te ves como un niño de 10 años?» El crecimiento sucede de manera simultánea en todas las áreas de nuestras vidas a su propio ritmo. ¿Permitiremos que Dios nos de crecimiento en su perfecta sabiduría, al mejor ritmo para nosotros y para cada uno alrededor nuestro?