[Serie Ejercicio de confianza] En los brazos de DiosMuestra

Los mismos derechos

Cuando eres un creyente en Cristo, no hay lugar para el prejuicio, porque Dios nos ha creado a todos de la misma manera. A sus ojos, todos tenemos el mismo privilegio y acceso. No importa si eres rico, o si tienes un montón de educación o no. Cada uno de nosotros da un paso adelante, con tanto Espíritu Santo como Billy Graham, Pedro, o cualquier otra persona.

No hay equipos élite en formación o equipos élite de expertos en el cristianismo. Solo existe el equipo de cristianos unidos en la fe. Aun así, muchas veces nos separamos debido a: «qué iglesia vamos, de qué estamos dotados, si somos buenos o no en público, por la forma de declarar las cosas, e incluso por si somos tímidos o por cualquier otro factor». 

En el reino, únicamente hay un equipo. Todos tenemos el mismo privilegio. Las palabras traducidas como “mismo privilegio”, son las que se usaron en el idioma griego para los inmigrantes que se convirtieron en ciudadanos, lo que significaba que tendrían todos los derechos de los ciudadanos nacidos allí. La Escritura dice que Dios ha creado a todas las personas iguales ante sus ojos.

Hemos pasado de la oscuridad a la luz, de ser hijos de ira, a ser hijos de Dios. No pertenecíamos a la familia de Dios, y ahora somos de la familia de Él, cambiamos de ciudadanía, del mundo a la del cielo. Ahora tenemos los mismos derechos y privilegios y el mismo acceso a Dios.

Cada creyente tiene el mismo valor. Este, es un pensamiento asombroso, pues responde a muchas preguntas que nos planteamos, relacionadas con lo que intentamos hacer, y cómo tratamos de actuar como cultura y sociedad.

Tomemos este pensamiento, ¡todas las personas son amadas por Dios! No hay duda al respecto. Dios ha creado a todos los hombres y mujeres iguales ante sus ojos. No te desprecia por ser mujer, ni te admira por ser hombre. No nos miramos el uno al otro por razones raciales o de edad, por el contrario, decimos: «Dios nos ha creado a todos, Él ama a cada uno de nosotros en la misma medida, por lo tanto, deberíamos honrarlo a Él, en lugar de tratar de competir por nuestra posición».