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Él Nos Dio Profetas: "Dinámicas de los Pactos"

DÍA 8 DE 8

Procesos de Bendiciones: Joel 3:9-21

Con mucha frecuencia, los cristianos modernos tienen impresiones falsas de que en el Antiguo Testamento la gente ganaba su salvación o ganaba su justicia ante Dios. Pero nada puede estar más lejos de la verdad. Los profetas no ofrecieron una forma de salvación por obras a los hombres y las mujeres—ellos hacían un llamado a la gente para arrepentirse y buscar la misericordia de Dios. En Oseas capítulo 14 versículo 1, leemos estas palabras: 

Vuelve, oh Israel, a Jehová tú Dios; porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.

El segundo principio que gobiernan las bendiciones de los pactos es que vienen en una variedad de grados. Así como los juicios venían en grados, así podemos hablar de bendiciones más pequeñas y más grandes. En lo más bajo de la escala, los profetas del Antiguo Testamento hablaron de misericordias de Dios relativamente pequeñas. Por ejemplo, así como Isaías le dijo a Ezequías que se iba a enfermar y morir, también anunció una pequeña bendición al rey cuando le dijo que Dios lo dejaría vivir. En Isaías capítulo 38 versículo 5, Dios dijo: 

Ve y di a Ezequías: Jehová, Dios de David, tu padre, dice así: “He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años”. 

Un buen número de profecías se enfocan en estos tipos de bendiciones personales o individuales. Pero muchas veces, los profetas también dirigían su atención a las grandes bendiciones nacionales que Dios traería a su pueblo. Por ejemplo, en el año 701, los asirios habían atacado a Judá y habían llegado a las puertas de Jerusalén. Al leer los profetas del Antiguo Testamento, siempre debemos estar alertas a las bendiciones pequeñas o grandes que Dios anunció a su pueblo del pacto.

Además de la gracia divina y los grados de bendiciones, un tercer principio gobierna las bendiciones de los pactos – el clímax de la restauración del remanente. Los profetas del Antiguo Testamento creían que no importaba cuán grande fuera el juicio de Dios, siempre habría un remanente. Ahora, este remanente podía ser grande o muy pequeño, dependiendo en cómo reaccionaría el pueblo de Dios. Pero los profetas siempre dijeron que Dios guardaría seguro un remanente y edificaría en ese remanente. Por ejemplo, Jeremías dijo que Jerusalén sería totalmente destruida, pero en Jeremías 5 versículo 18, asegura a la gente que el remanente sobreviviría: 

No obstante, en aquellos días, dice Jehová, no os destruiré del todo.

La supervivencia del remanente es importante, porque por medio de ese remanente, Dios prometió traer a su pueblo la bendición más grande de todas.

De la misma manera, después del exilio, el remanente también recibiría una gran bendición en la guerra. El profeta Joel enseñó que cuando el pueblo de Dios regrese, este remanente experimentaría una gran victoria y una paz duradera. En Joel capítulo 3 versículo 9, leemos estas palabras: 

Proclamad esto entre las naciones: proclamad guerra, despertad a los valientes y acercaos, venid todos los hombre de guerra.

Pero después en capítulo 3 versículo 17, leemos la de la victoria de Israel: 

Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sión, mi santo monte; y Jerusalén será santa, y los extraños no pasarán más por ella. 

Joel habló de una gran victoria en la batalla que establecería a Israel como seguro por siempre. Todos los profetas del Antiguo Testamento ansiaban la restauración del remanente del pueblo de Dios. Dios prometió que a pesar del gran castigo del exilio, el remanente recibiría la bendición más grande de la restauración.

  

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Escrituras

Día 7