[Serie Nada nos separa de su amor] Lo que realmente importaMuestra

Nuestra esperanza en Dios va más allá de la muerte

La enfermedad nos hace mucho más conscientes de nuestra propia mortalidad y nuestro fin, que es la muerte. Pero las Escrituras proclaman la realidad aún mayor de la vida más allá de la muerte. Este cuerpo físico tiene un límite, un tiempo determinado de vida aquí en la tierra. Sin embargo, Dios nos creo espíritu, alma y cuerpo, no solo cuerpo. Si todo se redujera a eso, no tendríamos esperanza y la vida terminaría al morir. 

Como hijos de Dios, sabemos que este cuerpo cumple una función mientras estemos en esta tierra, dentro del propósito eterno como sus hijos y embajadores del reino. Pero no todo termina aquí ni termina en la enfermedad o muerte. La vida en Cristo va más allá, esa es nuestra esperanza en Dios, vida abundante por la eternidad. Ese es uno de los motivos de nuestra gratitud hacia él. 

Una tienda en la tierra y una casa en el cielo

Nuestro cuerpo se va deteriorando con el tiempo, pero nuestro espíritu se fortalece cada día más en Cristo. ¡Nuestras fuerzas se renuevan en la fuente de vida eterna! El entendimiento que lo que sufrimos en esta tierra es pasajero, nos trae la dimensión correcta de lo eterno. Además, trae la concepción adecuada de las posesiones materiales, porque han sido dadas para que se administren de manera adecuada, no para retenerlas para hacer fortuna, sino para ayudar a los necesitados, las viudas, los huérfanos, los extranjeros; además para financiar la extensión del reino en la tierra, para que el ministerio de la reconciliación no pare, sino que se predique para que quienes no han conocido el amor de Cristo, puedan conocerlo. Al morir, nadie lleva sus riquezas consigo, ni sus propiedades ni cuentas bancarias. Pero sí deja un legado que modeló a lo largo de su vida a sus nuevas generaciones. 

Hemos recibido el Espíritu Santo como garantía de todas las maravillosas promesas a los hijos de Dios, dándonos seguridad de la fidelidad de nuestro Padre y que cuando cumplamos todo aquello que nos fue encomendado hacer en la tierra, él nos recibirá gozoso en la casa celestial, donde estaremos por siempre con nuestro amado Padre celestial. 

Reflexiona

Este tabernáculo terrenal no es el objetivo final, tan solo un medio para cumplir lo que nos ha sido encomendado aquí en la tierra. La casa definitiva ya está preparada para sus hijos en los cielos, nuestra esperanza está segura en él.