Los Auténticos DiscípulosMuestra

Cuando el correr de los años cumple su propósito y ha cubierto de canas nuestras cabezas, y ha dibujado algunas líneas en nuestros rostros, los auténticos discípulos de Jesús llegamos a tener una comprensión más profunda de su identidad. Por tanto, damos gracias a Dios por amarnoos a pesar de lo que somos, pero al mismo tiempo seguimos caminando con la expectativa de celebrar la promesa de que Jesús que hasta el final de nuestras vidas hará una obra maravillosa con nosotros.

El retrato de Pedro, la roca que en su tentación demostró ser un montón de arena, habla a cada auténtico discípulo de Jesús que decide continuar su viaje de fe, pase lo que pase y suceda lo que suceda en el camino.

Ellos recuerdan que Pedro construyó su relación con Jesucristo sobre su supuesta capacidad para ser adecuado. Pedro pensaba que poseía todos los recursos necesarios para impresionar al Maestro, hasta el punto de llegar a decir que moriría antes de negarlo, sin saber que esa misma noche lo negaría tres veces.

¿Y cómo reaccionó el Cristo resucitado frente a esta falta de fidelidad? Jesús respondió con un acto lleno de gracia jamás visto hasta el momento: nombró a Pedro como líder de la naciente comunidad de fe y le dio autoridad para predicar el evangelio en el poder del Espíritu.

Al final, el auténtico discípulo de Jesús reconoce que es una piedra viva, que está siendo procesada y aún no es un producto terminado. Las negaciones de Pedro, como nuestras fallas ante la gracia, no son un fracaso terminal, sino una oportunidad para que Dios use nuestro dolor para el crecimiento personal en fidelidad.

Lo anterior nos permite entender los dos últimos elementos o marcas de un auténtico discípulo de Cristo. La tercera marca de un verdadero discípulo de Jesús es su pasión por compartir el evangelio. En Mateo 28:19-20, Jesús nos dio el mandato de hacer discípulos de todas las naciones. Por tanto, debemos buscar oportunidades para compartir la buena noticia de Jesús con aquellos que nos rodean, orando para que Dios abra sus corazones y los lleve a la salvación. En otras palabras, los discípulos de Jesús y su evangelio son inseparables.

Y por último, la gracia. Un auténtico discípulo de Cristo, siguiendo el ejemplo del trato que Jesús le dio a Pedro después de fallar en su ministerio, reconoce, aprende, vive y acepta por amor la gracia de Dios. Comprende que el ministerio no es perfección, sino sumisión y dependencia absoluta del resucitado; no es esfuerzo propio, sino obediencia al Señor hasta el final.

"Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas?, y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas." (Jn. 21:15-17)

¡Medita en esto!

Con amor en Cristo,

Pr. Juan Carlos Calle y Equipo Conectar Global.

Queremos darte las gracias, querido lector, por completar este plan devocional. Oramos por ti y nuestro deseo de corazón es que haya sido de bendición para tu vida.

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