Anhelo MásMuestra

Durante tres años, Juan y los demás discípulos fueron parte de una de las experiencias más inolvidables y transformadoras que puede vivir un ser humano: ¡Caminar al lado de Jesús!

Ellos fueron testigos de momentos inolvidables y reveladores, como cuando Jesús le dio la vista a un ciego, o calmó el hambre de cinco mil personas con tan solo cinco panes y dos peces.

Ni qué hablar de lo sorprendidos que quedaron los discípulos cuando escucharon a Jesús reprender a los demonios, y en obediencia a Él, ver cómo salían de sus víctimas; o aquella vez que lo vieron caminar sobre el agua en medio de una devastadora tormenta.

Ahora, al centrarnos en Juan el discípulo amado, descubrimos que él seguía a Jesús por mucho más que la emoción de verle hacer señales y milagros. Vemos que Juan se sentía atraído no solo por las cosas que Jesús decía o hacía, sino por quien Jesús era.

Lo atraía… El tono seguro de su voz, la mirada compasiva de sus ojos, la ternura de su toque, el amor por los desvalidos, la sensibilidad con que se dirigía hacia los más pequeños, el ejemplo sacrificial de su generosidad, la consistencia inquebrantable de su carácter y la naturaleza incondicional de su amor.

..."Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran. Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo". (Jn. 1:6-8)

¿Qué tal tú?

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