Amistades con propósitoMuestra

La amistad en tiempos difíciles 

Es bueno tener amigos con quienes divertirse, pero está mucho mejor tener amigos con quienes puedo pasar cualquier adversidad, y saber que, a pesar de eso, estarán conmigo.

Amigos con los que compartes valores y no solo gustos. Amigos que te ayudan a sacar lo mejor de ti, que te potencian y no te limitan. Amigos que no se fijan primero en su seguridad sino en el propósito.

Imagino que alguno de los tres amigos de la historia que relata el libro de Daniel, habrá respondido primero a la pregunta del rey Nabucodonosor: “¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?”. Se habrán mirado entre ellos y uno habrá dicho: “Por lo que nos conocemos, te puedo asegurar que pensamos igual. No lo vamos a hacer ni aunque nos mates”. No fue necesario hablarlo mucho, ya se conocían. Ya sabían en dónde estaba su confianza y quién era su Dios. Por eso el temor no tuvo lugar. Ya sabían quiénes eran en Dios.  

No temieron a un rey lleno de ira, ni los afectó el ser atados y enfrentados al horno de fuego. Miraban más allá. Estaban más allá.  

El desafío a saber quién soy es individual, pero rodearme de las personas correctas es clave. En cierta forma pueden ser mi espejo, el lugar donde mirarme y lo que vuelve, será lo que finalmente influye en lo que creo de mí.

La amistad es un tema tan relevante en el reino de Dios que hasta Jesús la menciona.  

Desafío de hoy

Te animo a hacerle un comentario a un amigo que tenga como fin, ayudarlo a edificar su identidad en Dios y acompañarlo a descubrir qué significa para mí. Es una manera de construir la amistad. Es una forma de estrechar vínculos. Quizá hoy no sientas que ese comentario tenga tanto valor, pero sin duda lo habrá tenido en el momento que te veas cerca del calor del horno.