30 días de salud emocionalMuestra

Fui prisionero de la timidez.

Siendo tímida e introvertida, evitaba la atención. Normalmente yo era la que estaba parada en la esquina. Negué juntarme a un grupo de jóvenes donde podrían pedirme participar en un juego. Después de completar la universidad, me encontré con un compañero de la escuela secundaria que siempre estimaba y me derrote cuando comentó que ni se recordaba verme u oído hablar.

Ese primer año, mudarme al dormitorio como estudiante fue un desafío. Comencé a asistir las reuniones, al mediodía, de la Unión de Estudiantes Bautistas donde me encantaba el ambiente seguro y familiar.

Pero cada día uno de los alumnos daba un testimonio. En la miseria, comencé a ir directamente a mi habitación después de clases. Mi corazón latía con fuerza cuando imaginaba que me pidieran compartir mi testimonio y no quería correr ese riesgo. Quería ir pero me sentía atrapada al pensar: “Así me creo Dios. No lo puedo evitar."

Orando y leyendo la Biblia, encontré 2 Timoteo 1:7.

La verdad me golpeó como una luz penetrante.

¡Mi temor no viene de Dios!

Me di cuenta de que había creído una mentira. Dios me creó con mi personalidad reservada, pero mi temor no vino de él.

Dejé de aceptar esta falsedad y le pedí que me ayudara por el poder del Espíritu Santo. Volví al día siguiente y ofrecí compartir mi testimonio. Les conté esta historia. Nos impactó profundamente, tanto a mi como a ellos. Me transformé cuando aprendí que, con depender del Espíritu Santo, podía vencer la timidez.

Es una batalla que siempre enfrentaré. Pero jamás ha tenido el mismo control sobre mí. Ya no soy una cautiva indefendible al miedo. Hay poder en lo que creemos.

¿Estás esclavizado por una mentira? Busca la palabra de Dios. Encuentra la verdad y defiéndela para liberarte.

~ Susan Aken