El evangelio según SatanasMuestra

Usted y yo vivimos a diario dentro del choque, externo e interno, de dos cosmovisiones. Esta es exactamente la misma tensión dentro de la cual Jesús ministró durante su ministerio terrenal. Hay una cosmovisión que podríamos llamar el materialismo, la cual aun los propios seguidores de Jesús no podían mantenerse apartados de Él y es por la cual todo el mundo incrédulo continúa nadando. Y, luego, tenemos la cosmovisión cristiana. Muchos de los problemas de los discípulos surgen por confundir la cosmovisión cristiana con la cosmovisión del materialismo. Y muchos de nuestros problemas surgen también por confundir estas cosmovisiones. Esta es una de las razones por que es tan atrayente tomar el versículo en Juan 16:23-24 fuera de contexto, aunque no lo hacemos intencionalmente…

El materialismo ofrece experiencias circunstanciales y cosas temporales para satisfacer los deseos superficiales. El cristianismo ofrece la gloria de Cristo para satisfacer el vacío eterno en el interior de nuestras almas. 

El problema con la cosmovisión materialista es que no es lo suficientemente profunda. Todos estamos buscando la felicidad, pero lo que Jesús nos ofrece es profundo, inagotable, abundante, y es una fuente eterna de gozo.

Así como los discípulos, muchas veces creemos que estamos atesorando a Jesús, pero solo estamos viendo al Jesús que queremos ver, el Jesús que queremos que Él sea. Él sabe que cuando nos enfrentamos con una situación de inmensa tristeza, así como les sucedió a los discípulos en los tres días de su crucifixión y sepultura, podemos quedar deshechos por la confusión y el dolor. 

Jesús sabe que sus seguidores tienen que soportar una vida muy difícil en la expansión de su misión desde que Él ascendió. Son amenazados, acusados, exiliados, en algunos casos torturados y, en muchos casos, ejecutados por su fe. 

Pero Él les hace una promesa, una promesa que es mucho más grande que las recompensas y los éxitos terrenales.

El dolor es una promesa. Y, para usted lector, el dolor es una promesa.

Pero, un día, sus lágrimas no solo serán enjugadas, sino que se convertirán en gran gozo. Él cambiará sus cenizas por belleza. Todos los dolores que usted soporta serán acumulados y transformados en un eterno gozo celestial.