Buen CorajeMuestra

150 kilos de coraje

¿Alguna vez has intentado usar la misma estrategia una y otra vez pero no funciona?

Cuando empecé a predicar, mi Ps Pablo Johansson me estaba enseñando porque yo no sabía. Mi pastor me enviaba cada fin de semana sus notas de lo que predicaba en Power Point, las hacía mías y yo lo predicaba tal cual. Pero eso después de un tiempo dejó de tener vida y frescura, ya no impactaba. Dios ya no usaba eso. Dios tuvo que empujarme a aprender a predicar con mis propias aguas, me llevó a cavar mi propio pozo de estudio y oración y tuve que aprender y “machetear”. O sea a hacer el trabajo duro para presentar a la iglesia la Palabra de Dios. Fue complicado, me hubiera gustado que hasta el día de hoy me mandaran los bosquejos, pero tuve que aprender, hace 15 años, a yo mismo buscar la Palabra de Dios.

A veces Dios nos resuelve un asunto de una manera que nos resulta fácil o conocida, pero al crecer en Cristo descubrimos que Dios tiene infinitas maneras de llevarnos a sus propósitos.

En el pasaje que leímos, era la segunda vez que el pueblo de Israel cruzaba un cuerpo de agua. La primera vez fue saliendo de Egipto, iban a cruzar el Mar Rojo y con la vara Moisés partió las aguas a la mitad. Después estuvieron en el Río Jordán, el cual del otro lado tenía la tierra prometida, pero esta vez Dios no les pidió usar una vara, en cambio les pidió que pisaran el río, que entraran a las aguas y cargaran el Arca del Pacto.

Dios cambió la manera en la que estaba operando, hizo el mismo milagro pero de maneras muy diferentes. Dios no siempre arreglará las situaciones difíciles de la misma manera.

Mientras creces en tu fe, Dios quiere enseñarte a pisar el agua, Dios quiere enseñarte a cruzar ríos. Entre donde estás hoy y la promesa que Dios tiene para ti, siempre habrá un río en el que vas a descubrir maneras increíbles que Dios quiere enseñarte para ir del otro lado.


Oración

Dios, sé que a veces me es complicado entender tus planes y tus maneras de hacer las cosas, pero hoy, te pido que me des la sabiduría y el buen coraje que necesito para cruzar el río que me está impidiendo llegar a tu promesa, pero sobre todo, que tu Espíritu Santo me hable en cada paso que dé, amén.