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¿Por qué Dios no nos dio el libre albedrío para solo hacer el bien? 

La condición en la que se encuentra el mundo es el resultado de las decisiones del ser humano (libre albedrío). ¿Por qué Dios nos dio ese regalo? Deuteronomio 11:26-28 dice: «Escucha bien: ¡hoy te doy a elegir entre una bendición y una maldición! Recibirás bendición si obedeces los mandatos del Señor tu Dios que te entrego hoy; pero recibirás maldición si rechazas los mandatos del Señor tu Dios y te apartas de él y rindes culto a dioses que no conocías». 

Aunque Dios tiene el poder para intervenir en la creación, no lo hace porque no puede violar su propia integridad que exige respetar el libre albedrío. La oración es lo más poderoso del universo, porque cuando alguien ora, pide a Dios que intervenga en el mundo, y en ese momento puede hacerlo sin violar su integridad, ya que lo hace en respuesta. Las personas que oran son las que permiten que Dios intervenga con las situaciones del mundo. 

La Palabra de Dios, en Ezequiel 22:30 dice: «Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé». También en 2 Crónicas 7:14 está la condición, y dice: «si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra».

Dios creó el universo y lo sostiene con su palabra. El mundo lo necesita para sobrevivir, pero él no está en control de este. Por eso él no es responsable del dolor, enfermedad y tristeza que existe en el mundo. Dios es bueno y todopoderoso. Dios nos dio libre albedrío, pero ¿por qué Dios no hizo al ser humano con libre albedrío de solo hacer el bien?, eso sería fácil. La libertad para solo hacer lo bueno y no lo malo, no es libertad. Y Dios al ser humano lo hizo completamente libre. 

Si fuéramos creados solo para hacer lo bueno, nuestras actitudes serían predeterminadas a realizar eso. Seriamos un robot programado a hacer lo bueno. Un robot no siente placer ni tiene sentimientos. Dios tendría que quitarnos el libre albedrío para solo amarlo a él, y de esa manera no se sentiría odio.