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El dolor de la soledad

DÍA 2 DE 3

EL JARDÍN DE LA SOLEDAD

¡Qué acontecimientos extraños en aquel jardín de Getsemaní! ¿Quién es este que está postrado sobre su rostro, con el rostro en el polvo de la tierra? 

Dice la Biblia que Jesús “se fue llenando de indescriptible tristeza y angustia” (Mateo 26: 37); comenzó a orar y comenzó a sudar en su angustia. Y la Biblia afirma que “el sudor que le brotaba de la frente parecía enormes gotas de sangre que caían al suelo” (Lucas 22: 39-44). Y luego hizo esta oración:

Padre, si quieres, aparta de mí esta copa de espantoso dolor. Pero deseo que se haga tu voluntad y no la mía. (Lucas 22:42)

¿Qué era “esta copa” que Jesús quería que el Padre apartara?

En primer lugar, Jesús confrontaba la amarga copa del pecado universal. Dios estaba llenando esa copa con todo el veneno de las edades. El pecado suyo que está leyendo esta reflexión, y el mío también. Y Él era “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29).

En segundo lugar, Jesús confrontaba una absoluta soledad. Pocas horas más tarde, en la cruz se le oía clamar: “Eli, Eli, lema sabactani” (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?) (Mateo 27:46).

En tercer lugar, Jesús quería que la copa se apartara porque Él confrontaba a Satanás y a todas sus huestes (Juan 14:30 - Colosenses 2:14-15).

Y en cuarto lugar, aquella amarga copa que Él iba a tomar ─la cruz, la amarga y cruel cruz─, la tomó sólo por amor. La cruz fue la prueba de su amor. 

San Pablo dijo: “el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2:20). 

El Hijo de Dios le ama a usted y me ama a mí. Y en aquel jardín, Jesús ─aunque agonizando, sudando y clamando─ decidió ir a morir a la cruz por su pecado, y por mi pecado, cargándolos sobre Si.

La Biblia dice que Jesús se levantó y dijo a sus seguidores íntimos, “levántense, vamos” (Mateo 26:46). Y El salió del jardín triunfante, victorioso, y marchó hacia la cruz. Jesús tomó Su decisión en el Jardín de Getsemaní: decidió morir en nuestro lugar.

Pero Él fue herido y maltratado por nuestros pecados. Se le castigó para que nosotros tuviéramos paz; lo azotaron ¡y nosotros fuimos sanados! ¡Nosotros fuimos quienes nos extraviamos como ovejas! ¡Nosotros, que abandonamos las sendas de Dios por seguir las nuestras! ¡Pero Dios echó sobre Él la culpa y los pecados de cada uno de nosotros! (Isaías 53:5-6).

¡Jesús triunfó sobre esa cruz! Y Él le ama. La Biblia dice que “Dios es amor”

(1 Juan 4: 8). Y porque le ama, le quiere salvar, le quiere perdonar. Él quiere entrar en su vida y en su hogar.

Ya dijimos que al recibir a Cristo, la vida cambia. La atmósfera de su hogar también va a cambiar. La presencia real de Cristo lo hará, un hermoso lugar en el cual vivir. 

Jesús estuvo solo en ese jardín, y en esa cruz, para que nosotros ya no estemos nunca más solos.

En este momento usted puede comenzar una relación íntima con Dios a través de Cristo. Una relación que le asegura que jamás usted volverá a estar solo: 

Luis Palau

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

El dolor de la soledad

El dolor de la soledad es un estado de desaliento en el que cae una persona que está, o se siente aislado, ya sea por propia incapacidad de relacionarse exitosamente o por factores externos. Cuando esto sucede por distintos motivos, Dios mismo sale en nuestro rescate: “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me mantendrá cerca”. Utiliza tu momentánea soledad como una motivación para intimar con Dios.

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Nos gustaría agradecer a Luis Palau Association por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.luispalau.net