Esto es un avivamiento - Generación 12Muestra

Para siempre

Un encuentro con Jesús lo cambia todo, y una vida que ha visto a su salvador tiene el poder de encender los corazones de una ciudad entera. 

Ella no era una chica más, no era una mujer cualquiera; había buscado en muchos el amor que no encontró en ninguno. No sabemos su nombre, pero conocemos su pasado y su historia: mendigaba amor; su única propiedad, un balde, y un solo deseo: agua para calmar su sed. 

Samaritana de nacimiento, esclava del pecado por elección, avivadora por gracia, esa es la mujer samaritana. ¿Cuántas veces hemos ido al mismo lugar por un poco de agua, cargando un cántaro pesado, sin expectativas del futuro, pues el pasado es un lugar muerto que quisiéramos olvidar? En esta historia, vemos cómo el amor aviva lo que estaba muerto y cómo una simple palabra y una frase: “Yo te conozco, ¿a quién intentas engañar?’’ no sólo cambió una vida, sino toda una ciudad. Reflexiona por un momento: ¿cuántas veces has llegado a la presencia del Señor fingiendo que todo está bien? Nunca olvides que Él nos conoce más de lo que nos conocemos a nosotros mismos, pero cuando abrimos nuestro corazón se quiebra todo lo que ha obstruido durante tanto tiempo el agua viva que, en el principio, el Creador puso en nuestro ser. 

La sinceridad produce avivamiento porque, cuando nos rendimos por completo, comienza a obrar dentro de nosotros un poder transformador capaz de llevar el evangelio a toda una ciudad. Cuando somos sinceros, podemos vernos en la mirada de Jesús tal y como somos; Él no nos ve para juzgarnos sino para levantarnos, no para culparte sino para que sepas que, si bebes del agua que en Él hay “no volverás a tener sed jamás”.