El crecimiento es esencial en la vida espiritualEjemplo

El crecimiento espiritual se evidencia en el servicio que prestamos – Parte I

Los creyentes maduros sienten el llamado, la responsabilidad y compromiso por servirle a Dios. La devoción y pasión por servir a Dios, es un indicador del grado de madurez del creyente cristiano.

En ocasiones, servir a los demás, especialmente a los miembros del cuerpo de Cristo, se asocia más con un acto denigrante, que como una misión de vida; a una imposición, más que a una decisión personal; a una labor monótona, más que a un acto creativo; a una actitud sumisa que empobrece, en vez de enaltecer o dignificar. Por el contrario, el servicio permite enriquecer nuestras vidas. Cuando servimos crecemos en amor, humildad y generosidad. El servicio ennoblece y enaltece al creyente cristiano, y lo alinea con su llamado.

Jesus mismo dio el ejemplo de una vida de servicio. En Filipenses 2:5-8 leemos: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios: Sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; Y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. El servicio fue una constante en la vida de Jesús. Él mismo dijo: “El que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo”. (Mateo 20:27).

Los creyentes son llamados a servir para edificar a otros creyentes

El cuerpo de Cristo es la estrategia de Dios para edificar a los creyentes. Eso sólo es posible si cada miembro asume una actitud de servicio hacia otros. En efesios 4:16 leemos: “…de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.

Como creyentes – miembros del cuerpo de Cristo – somos llamados a ayudar, apoyar y servir a los otros miembros. Para ese propósito es que cada miembro del cuerpo de Cristo ha sido dotado con dones. Así lo leemos en 1 Pedro 4:10:“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo  (sirva) a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.