La Madre InfluencerEjemplo

Jocabed tuvo que tirar a su bebé de 3 meses al río por un edicto del Faraón que había ordenado matar a todos los niños hebreos varones. Esto nos habla que en la vida de una madre llega el momento en que nos despedimos de nuestros hijos, no precisamente por la muerte, sino por algún otro evento de la vida misma sea el estudio, el matrimonio, el trabajo o la migración.

El momento de despedida de una mamá para con sus hijos no tiene nada de grato, humanamente hablando. Pero para nosotras, las creyentes, tenemos que hacer de esto un evento espiritual. Y no lamentarnos por la situación, sino alabar a Dios así como Ana, quien levantó su voz al decir: “Mi corazón se alegra en el Señor; en él radica mi poder” (1 Samuel 2:1).

Debemos entender que los hijos son seres humanos que Dios nos encomendó por un tiempo. Sucede que llega un momento en que una madre tiene que dejar ir a sus hijos para que cumplan ellos también con el propósito de Dios. Es ahí cuando una mamá se quebranta desde lo más profundo de su ser, pues esa conexión ya deja de ser física para convertirse en algo netamente espiritual. Es cuando una mamá ya no puede abrazar a su hija, porque tan solo tiene una foto del producto de su vientre o debe contentarse con una llamada telefónica por parte de su hijo.

Luego de haber estado juntos durante 3 décadas, un día Jesús salió de la casa de sus padres a causa de su ministerio público. María ya sabía de antemano que su hijo no era su hijo, y que había venido al mundo para cumplir la misión de redimir a toda la humanidad de su pecado. Aun así me imagino lo doloroso que habrá sido cuando vio a su hijo colgado en una cruz.

Jocabed no solo se despidió de Moisés a los 3 meses sino también a los 3 años. Si una separación duele tanto, ¡imagínese dos! El tiempo pasará. Quizás mis hijas no recuerden exactamente todos los momentos que hemos vivido juntas, pero al menos tendrán una foto de mí y unos videos en donde me observarán cómo yo les he dado de tomar la leche y de comer la palabra de Dios. Estoy segura que ellas no dejarán de servir al mismo Dios estén donde estén, porque no solo he cumplido con mi rol de madre, sino que las he educado con la palabra de Dios. Madre influencer, ¡es su turno!