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Meditación que da pazMuestra

Meditación que da paz

DÍA 1 DE 5

 

Día 1: La paz es una promesa


Tenemos que tener claro que la salud mental es parte de nuestra herencia como hijos de Dios. El enemigo siempre quiere destruir pero como no puede destruir las promesas de Dios a nuestras vidas, ni nuestro futuro; quiere destruir y dañar nuestra mente y nuestras emociones, porque haciendo eso puede traer muerte: muerte a nuestras relaciones y en nuestras decisiones. 

Nunca olvidemos que Dios vino a darnos vida en abundancia, y esa vida en abundancia incluye salud mental y salud emocional, incluye tener paz.

¿Alguna vez has sentido inquietud o ansiedad por algo? Hay gente más ansiosa que otra, pero todos hemos sentido inquietud. Todos tenemos situaciones que nos afanan. 

Tal vez estás ansioso porque estás a punto de graduarte y no sabes si habrá trabajo, porque están a punto de darte el resultado de un examen médico, porque vas a pedirle a tu novia que se case contigo, etc., pero como leímos en Filipenses, no debemos angustiarnos por nada, ni por las temporadas difíciles.

Dios está en tu futuro y pase lo que pase vas a estar bien. ¿Por qué desperdiciar tu tiempo preocupándote por algo que Dios ya tiene en sus manos?

Hemos creído que la tranquilidad y la paz solo están cuando las cosas salen como yo quiero, y no es cierto. Cuando realmente estamos conectados con Dios, hay paz.

La paz que Dios nos ofrece es diferente a la del mundo. El mundo te dice que teniendo lo que esperas tienes paz, pero en Dios aunque haya caos, hay paz.

La paz con Dios es en medio de las tormentas, no solo cuando la tormenta acaba. Como leímos en Isaías “Dios nos guardará en completa paz”, y eso es siempre, no solo cuando las cosas salen como queremos.

Oración:

Dios, sé que hay situaciones en mi vida que me generan ansiedad, estrés e inquietud, pero hoy decido aferrarme a la promesa de que tú me guardarás en completa paz, a pesar de las circunstancias que puedan pasar. Gracias por tu paz que sobrepasa mi entendimiento. En el nombre de Jesús, amén. 

Día 2