Ya no amo a mi cónyugeMuestra

El matrimonio es un reflejo 

El matrimonio no es solo un pacto entre los cónyuges y el Señor. Desde el principio, Dios diseñó el matrimonio para representar algo más grande. La concepción bíblica del matrimonio incluye saber que el Creador todopoderoso, omnisciente y soberano había planeado, desde antes de los tiempos, que esta relación humana hablara de algo más grande que el matrimonio entre dos personas. En el Nuevo Testamento, se nos dice que el matrimonio es un reflejo de la unión de Cristo con su iglesia.

En otras palabras, nuestro matrimonio es un testimonio del amor de Dios a este mundo incrédulo. Es un reflejo del amor de Cristo por los creyentes. El apóstol Pablo lo llama un gran misterio porque, en la Biblia, la iglesia se conoce como la esposa de Cristo. Estamos esperando nuestra cena de matrimonio con Jesús en el cielo. En otras palabras, la Biblia utiliza el lenguaje del matrimonio para referirse a nuestra relación con nuestro Señor. Es por eso por lo que se anima a los cristianos a reflejar el amor de Cristo en su relación marital.

Esto significa que nuestro pacto matrimonial es un testimonio del Evangelio. Por eso la Biblia dice que los esposos deben amar sus esposas y cuidar de ellas como lo harían con sus propios cuerpos. Esto testifica el amor de Cristo que dio su propia vida por nuestra salvación. Las esposas deben respetar y honrar a sus esposos de una manera que testifique el amor de la iglesia por el Señor.

Este hermoso misterio bíblico fue planeado por Dios para que una relación humana caída representase su amor por su creación. Por supuesto, no podemos hacer eso en nuestra propia carne. Es por eso que debemos orar diariamente para que el Señor nos dé fortaleza para amar a nuestro cónyuge. También debemos rodearnos de otras parejas piadosas que puedan aconsejarnos a través de las tormentas de la vida. Necesitamos leer la Palabra de Dios todos los días. Es nuestro pacto matrimonial. La Palabra de Dios nos dará instrucciones sobre cómo amarnos los unos a los otros en la enfermedad y en la salud, para bien o para mal, en tiempo de riqueza o en tiempo de pobreza, hasta que la muerte nos separe. Cuando nos paramos en la Palabra de Dios como cristianos, podemos ser un reflejo del amor de Cristo al mundo. También podemos mostrar a nuestra sociedad, a nuestra familia y a nuestros hijos cómo es un matrimonio feliz y divino.