Auténtico Muestra

Si tuvieses que reflexionar por un momento sobre tu forma de ser, ¿te considerarías una persona superficial?

La superficialidad nos rodea por todas partes. Nos bombardea en las películas, en las redes sociales, y en los miles de anuncios que nos asaltan por todas partes, y tiene un mensaje de fondo: “si compras esto, si imitas a esta persona, si vistes de esta manera… en definitiva, si cambias tu apariencia, entonces conseguirás ser feliz”. Qué triste ¿no?

Nuestra apariencia es importante, y debemos cuidarla, pero no puede convertirse en el centro de nuestras vidas. Dios es la fuente, y todo lo demás son complementos: algunos de ellos complementos buenos e importantes, pero complementos aun así. 

La clave está en tener nuestras prioridades en orden. El enemigo trata de hacernos vivir una vida centrada en lo externo, en lo superficial, pero Jesús dice: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38). 

¡Hey, Dios quiere hacer brotar vida de tu interior! Fíjate que no dice de tu exterior, sino de tu interior. El significado de tu vida no viene determinado por lo que tienes, sino por tu cercanía con Dios. Él es la fuente que da significado a todo, y Él es el único que puede dar un sentido real a todo lo que haces, y a lo que tienes.