El Nacimiento De Jesús -De Acuerdo a Los Evangelios-Muestra

  -Jesús ante el Padre y promesas cumplidas-

Cuando Jesús cumplió ocho días de nacido, lo circuncidaron y le pusieron por nombre Jesús. Cuarenta días después de que Jesús nació, sus padres lo llevaron al templo de Jerusalén para presentarlo delante de Dios. En ese tiempo había un hombre llamado Simeón, que obedecía a Dios. Vivía esperando que Dios libertara al pueblo de Israel y el Espíritu Santo estaba sobre Simeón, y le había dicho que no iba a morir sin ver antes al Mesías que Dios les había prometido. Ese día, el Espíritu Santo le ordenó a Simeón que fuera al templo. Cuando los padres de Jesús entraron al templo con el niño, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios diciendo: Ahora, Dios mío, puedes dejarme morir en paz. ¡Ya cumpliste tu promesa! Con mis propios ojos he visto al Salvador. José y María quedaron muy sorprendidos por las cosas que dijo Simeón. Simeón los bendijo, y le dijo a María: Dios envió a este niño para que muchos en Israel sean salvos, y para que otros sean castigados. Él será una señal de advertencia, y muchos estarán en su contra. Y a ti, María, esto te hará sufrir como si te clavaran una espada en el corazón. En el templo también estaba una anciana que era profetisa. Cuando Simeón terminó de hablar, Ana se acercó y comenzó a alabar a Dios, y a hablar acerca del niño Jesús a todos los que esperaban que Dios liberara a Jerusalén. José y María regresaron a Nazaret. Y el niño Jesús y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre Él.

Reflexión: Dios nos puede hablar por medio de sueños, su palabra, oraciones, predicas, etc. Todo nuestro ser, todos nuestros miembros deben de pertenecerle a Dios y no al mundo. Escuchemos la dulce voz de Dios; Él te quiere hablar y permite que su hijo habite y transforme tu vida. Si Él habita ocurre una transformación sobrenatural en tu vida. Todo lo viejo y todo el pasado quedará atrás y con Cristo serás nueva criatura (2 Cor 5:17). Así como Simeón y Ana esperaron la llegada del Mesías, así esperemos las promesas de Dios sobre nuestras vidas. Él las otorgará en el momento adecuado; sólo no te afanes. Así como Dios les habló también te hablará. Sólo disponte a escucharlo y si lo escuchas preguntante ¿en realidad lo estoy escuchando? Mira cómo está tu relación, tu intimidad con el Padre. Deja que ese Mesías llegue a tu vida, deja que el nazca en tu corazón. Terminamos estos devocionales creyendo que nuestro corazón estará disponible para la llegada del Mesías a nuestras vidas. Somos especial para Cristo. Él nos escogió desde antes que estuviéramos en el vientre de nuestra madre. Él tiene grandes cosas para tu vida (Jer 1:5). Mencionemos las palabras de Simeón: Con mis propios ojos he visto al Salvador entrando y transformando mi corazón y Él será la luz que alumbrará mi vida, mi caminar y mi corazón.