Recuperando SueñosMuestra
VENCE A LOS ENEMIGOS DE TUS SUEÑOS - Por Gerar + Diana
Parte 1
"No hay metas imposibles, sólo hombres incapaces".
(Anónimo)
Es definitivamente imposible que tú y yo nos pongamos límites a nuestros sueños, cuando hemos decidido creer en un Dios que no tiene límites. Pero para alcanzar los sueños que Dios tiene para nosotros, no solamente debemos creer que para el Señor no hay nada imposible, sino también que en Él podemos encontrar la unción, la autoridad, la fuerza, los recursos y todo lo que necesitemos para vencer todos los obstáculos y cada enemigo de nuestros sueños; comenzando con nuestro principal enemigo, ese enemigo interno que se manifiesta con debilidades en nuestro carácter, con incredulidad, duda, desconfianza, orgullo, rebeldía, etc., y es el que en muchas ocasiones nos hace abandonar con las manos vacías.
Analicemos en Génesis 16 la historia de Abraham y Sara y veamos cómo tuvieron que enfrentar y vencer varios enemigos para poder ver hecho realidad el sueño de Dios en sus vidas: aquel hijo del cual provendría la descendencia que había sido prometida al padre de la fe.
Génesis 16:1-16 NVI
Saray, la esposa de Abram, no le había dado hijos. Pero como tenía una esclava egipcia llamada Agar, Saray le dijo a Abram:
—El Señor me ha hecho estéril. Por lo tanto, ve y acuéstate con mi esclava Agar. Tal vez por medio de ella podré tener hijos.
Abram aceptó la propuesta que le hizo Saray. Entonces ella tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la entregó a Abram como mujer. Esto ocurrió cuando ya hacía diez años que Abram vivía en Canaán.
Abram tuvo relaciones con Agar, y ella concibió un hijo. Al darse cuenta Agar de que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña. Entonces Saray le dijo a Abram:
—¡Tú tienes la culpa de mi afrenta! Yo puse a mi esclava en tus brazos, y ahora que se ve embarazada me mira con desprecio. ¡Que el Señor juzgue entre tú y yo!
—Tu esclava está en tus manos —contestó Abram—; haz con ella lo que bien te parezca.
Y de tal manera comenzó Saray a maltratar a Agar, que ésta huyó al desierto. Allí, junto a un manantial que está en el camino a la región de Sur, la encontró el ángel del Señor y le preguntó:
—Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas? —Estoy huyendo de mi dueña Saray —respondió ella. —Vuelve junto a ella y sométete a su autoridad —le dijo el ángel—. De tal manera multiplicaré tu descendencia, que no se podrá contar.
»Estás embarazada, y darás a luz un hijo,
y le pondrás por *nombre Ismael,
porque el Señor ha escuchado tu aflicción.
Será un hombre indómito como asno salvaje.
Luchará contra todos, y todos lucharán contra él; y vivirá en conflicto con todos sus hermanos. Como el Señor le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve», pues se decía: «Ahora he visto al que me ve.» Por eso también el pozo que está entre Cades y Béred se conoce con el nombre de «Pozo del Viviente que me ve».
Agar le dio a Abram un hijo, a quien Abram llamó Ismael. Abram tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael.
Primer enemigo: EL DESESPERO.
En este capítulo, vemos como Sara, la esposa de Abraham, junto a su esposo son vencidos por la desesperación y toman una decisión que no era la voluntad de Dios: provocar un adulterio con su criada.
Cuántas veces en medio de la desesperación y la ansiedad de no ver lo que soñamos y anhelamos y, sobre todo, lo que Dios nos ha prometido, pretendemos querer "ayudarle" al Señor, como si en su omnipresencia, omnipotencia y omnisciencia necesitara que le diéramos una "manito", para que la promesa o el sueño se hagan realidad.
"Tal vez, el creador del universo se olvidó de lo que me había prometido, o está muy ocupado atendiendo otros asuntos más importantes que los míos". "Probablemente se olvidó de mí". Son pensamientos como estos los que conllevan a la desesperación y que logran que empecemos a hacer las cosas a nuestra manera y en nuestro tiempo para, finalmente, darnos cuenta y en muchas ocasiones en medio del dolor causado por las consecuencias de malas decisiones, que todo en el Señor obedece a un propósito y a una voluntad buena, agradable y perfecta.
Debemos tener mucho cuidado de no ceder frente a este gran enemigo, que puede desviar nuestra mirada y nuestra dependencia de Dios y que logra que nos enfoquemos desesperadamente en lograr nuestro cometido, aún a costa de salirnos de los diseños y de la voluntad del Señor.
Enfoquémonos en pensar que si Dios nos prometió algo, Él lo hará. Descansemos y permitamos que durante la espera, el Señor forme nuestro carácter, pruebe las motivaciones de nuestro corazón y pueda bendecirnos con lo mejor.
Segundo enemigo: EL ORGULLO.
Génesis 16:4-5 NVI
Abram tuvo relaciones con Agar, y ella concibió un hijo. Al darse cuenta Agar de que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña. Entonces Saray le dijo a Abram:
—¡Tú tienes la culpa de mi afrenta! Yo puse a mi esclava en tus brazos, y ahora que se ve embarazada me mira con desprecio. ¡Que el Señor juzgue entre tú y yo!
El orgullo es una característica de la naturaleza caída del hombre y se manifiesta muchas veces en que buscamos culpar a los demás de nuestros errores y de nuestros pecados, así, como de sus consecuencias. Así lo hizo Adán con Dios, cuando el Señor lo confrontó por su desobediencia por haber comido del fruto del árbol prohibido, afirmando que la mujer que Dios le había dado fue la culpable de darle a comer de aquel fruto. De la misma manera, Eva culpó a la serpiente y en el caso de Génesis 16, lo hizo Sara con Abraham.
La verdad es que es muy difícil que Dios pueda levantarnos y entregarnos nuestros sueños, cuando no hay en nosotros un corazón humilde para aceptar nuestros errores; sino que por el contrario culpamos a los demás y hasta a Dios mismo por las consecuencias de nuestras equivocaciones.
Dejemos de buscar culpables y agachemos la cabeza delante del Señor, para reconocer nuestros errores. Permitamos que el Señor nos forme y nos discipline y entonces estaremos en el camino correcto hacia nuestros sueños.
Hoy hemos identificado a dos terribles enemigos de nuestros sueños. Ahora que los tenemos en la mira, queremos invitarte a que tomes un tiempo para meditar acerca de ellos y de cómo has permitido que opriman tu corazón y te hagan ver lejanas las promesas del Señor.
Tómate un tiempo para orar e incluso para ayunar, pidiendo la fuerza y la sabiduría del Señor para poder vencerlos y poder seguir hacia la meta.
Recuerda que con Dios no hay metas imposibles, y que en Cristo todo lo puedes.
Nos vemos en el devocional de mañana, para que sigamos identificando y venciendo a los enemigos de nuestros sueños.
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"Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto".
(Henry Ford)
Con amor, Gerar + Diana
Pastores de Misión Paz
Escrituras
Acerca de este Plan
En momentos de desánimo, frustración, incertidumbre o duda, buscar la dirección de Dios es la mejor opción. Queremos animarte a que recuperes tus sueños y termines este año con sueños y metas para lograr con Dios a tu lado. Somos Misión Paz y te agradecemos por leer nuestro plan.
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