Claridad en Eventos DesafortunadosMuestra

El equilibrio que es la adversidad

El rey Salomón (el rey de Israel más sabio del Antiguo Testamento), al componer los escritos de Proverbios y Eclesiastés, señaló debidamente el papel integral de la adversidad en la vida humana. En Eclesiastés 3, leemos que hay una temporada y un tiempo para todas las cosas debajo del cielo. Y todas las temporadas y tiempos nunca carecen de propósito.

Un mundo sin adversidades es un mundo desequilibrado. Para el crecimiento de las plantaciones, el cultivo, la lluvia y el sol sirven de manera variable a su propósito único. Para la salud de un jardín, la tierra, los utensilios de excavación y el mejor material biodegradable son fundamentales. En la fabricación de oro, el fuego es esencial. Destaqué las características que podrían parecer adversidades, pero necesarias para el proceso.

Al igual que con lo natural, lo mismo ocurre con lo espiritual–Si queremos mantener nuestros ojos enfocados en Jesucristo, Su Reino y Su venida, la adversidad es esencial. Dios sabía que todos podríamos llegar a un lugar de confort y complacencia si las experiencias en la cima de la montaña se convirtieran en nuestra dirección permanente.

Si todos los días están llenos de sol y alegría, ¿con qué frecuencia oraríamos? Si cada día recibiéramos todo lo que pedimos de nuestra lista de deseos, ¿cuánto dependeríamos de Dios? Si nuestra salud nunca nos fallara, ¿cómo llegaríamos a conocerlo como el Gran Médico? Si la lucha eludiera siempre al creyente, ¿qué le haría conocer a Dios como La Roca, El Sustentador?

Los hechos desafortunados son las cenizas que nos hacen apreciar la belleza de la liberación. La adversidad es el duelo que nos hace apreciar el júbilo de la alegría. En Eclesiastés 7, el rey Salomón comparte algo de sabiduría para reflexionar: los buenos tiempos y los malos son regalos de Dios para que aprendamos a equilibrarnos (v. 14).