Ora Como JesúsMuestra

La oración sumo sacerdotal parte 1: Ora por ti mismo

La oración de Jesús en Juan 17 modela una verdad que cambia vidas, levanta cargas y da esperanza. Esta oración es la oración registrada más larga que tenemos de Jesucristo. Se le conoce comúnmente como la Oración Sumo Sacerdotal de Jesús porque Él toma el lugar del Sumo Sacerdote entrando en el Lugar Santísimo espiritual a través de la oración, intercediendo por los pecadores ante el Padre.

Esta extensa oración no aparece en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), pero está registrada solo en el evangelio de Juan. Si Juan no hubiera incluido la oración de Jesús, no tendríamos ningún registro de este gran y vital momento en la historia mundial.

La primera sección de esta oración destaca a Jesús orando por sí mismo. Algunas personas luchan por orar por sí mismas por una variedad de razones. Pero si Jesús oró por sí mismo y fue perfecto, es perfectamente bueno que tu hagas lo mismo y ores por ti mismo. Si estás luchando con cómo hacer esto, aquí hay ocho formas en que puedes orar por ti mismo.

1. Ora para vivir “el reino abajo”: Este mundo no es normal, ni hogar, ni para siempre. Podemos ver hacia arriba a Dios o abajo hacia los demás. La verdad, el amor, el perdón y el servicio son cómo invitamos al Espíritu Santo y al Cielo a venir a nuestras vidas. Las mentiras, el odio, amargura y egoísmo son la forma en que atraemos espíritus impíos y el infierno arriba a nuestras vidas.

2. Ora para profundizar en tu relación con Dios: ¿Dios se preocupa por ti? Sí: ¡Él es tu padre! ¿Dios te escucha? Sí: ¡Él es tu padre! ¿Dios desea ayudarte? Sí: ¡tu Papá lo desea!

3. Ora para prepararte para los grandes cambios: Y como aprendimos en la oración de Getsemaní, Jesús no oró para salir de las dificultades; oró para superarlas. Para los cristianos, la forma de seguir adelante es seguir orando.

4. Ora para glorificar a Dios en todo lo que hagas: Somos el espejo de Dios. Cuando Génesis dice que fuimos hechos a la «imagen» de Dios, significa que cuando Dios mira nuestras vidas, debería poder verse reflejado en nuestro carácter y conducta. 

5. Ora para ejercer tu autoridad: Posicionalmente, estamos en Cristo. Prácticamente, Cristo está en nosotros a través del Espíritu Santo. Estar en Cristo significa que así como el Padre le ha dado autoridad a Cristo, Cristo ha dado autoridad a los cristianos. Cuando oramos, estamos invitando el reino invisible a inundar nuestro reino visible, trayendo la presencia de Dios para empoderar nuestras vidas.

6. Ora para vivir a la luz de la eternidad: Algunas personas no están interesadas en el Cielo porque les suena infernal. Según Jesús, la vida eterna es la vida con Dios. Es conocer a Dios, estar conectado con Dios, disfrutar de una relación con Dios. Lamentablemente, cuando la vida eterna se ve solo como un lugar, se pierde el enfoque en Dios. La verdad es que aunque el Cielo es un lugar glorioso, sería un infierno si Dios no estuviera presente allí.

7. Ora para aclarar la voluntad de Dios para ti: Dios nos invita a la fidelidad, no al ajetreo. Ser como Cristo no significa mantenernos ocupados y pedirle a Dios que bendiga nuestras vidas frenéticas. En cambio, debemos comenzar con la oración y descubrir cuál es la voluntad de Dios para nosotros. Entonces podemos decir que sí a lo que deberíamos hacer, diciendo que no a muchas otras cosas que podríamos estar haciendo.

8. Ora para experimentar la presencia de Dios: Jesús nos dice que en esta vida sufriremos como él. Por tanto, nuestra esperanza no es escapar del sufrimiento, sino encontrar la voluntad de Dios en medio de él. Si no puede salir de circunstancias difíciles, la presencia de Dios puede ayudarte a superarlas, y eso es exactamente lo que Jesús le pide al Padre.

Jesús modela para nosotros la verdad de que antes de que podamos vivir una vida que glorifique a Dios, debemos pasar tiempo en oración sincera para saber qué es lo que glorificará a Dios, y luego recibir el poder del Espíritu para seguir adelante hasta que Dios sea glorificado.

Reflexión:

1. ¿Y tú? ¿Cómo deberías orar por ti mismo?

2. ¿Qué oportunidades te ha dado Dios para glorificarlo, incluso al soportar dificultades, dolor e injusticia?

3. ¿Sabes a qué te ha llamado Dios? ¿Lo estás llevando a cabo?