Una Vida Con PropósitoMuestra

Desde que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre, Dios ha pensado y diseñado en algo especial para nuestras vidas porque cada ser humano es un tesoro ante sus ojos. Los propósitos de Dios muchas veces no los podemos entender hasta que empezamos a caminar a su lado. Él pone sueños en nuestros corazones que nos acercan a lo que ha preparado para nuestras vidas.

Cuando era pequeña, soñaba con dedicarme a la ciencia para entender cómo funciona el cuerpo humano. De pequeña, escuchaba a mi papá atender a muchos pacientes y siempre me surgía la curiosidad de saber para qué servía tal o cual medicamento. Entonces, quise estudiar medicina al igual que mi papá así que apliqué el examen para entrar a dicha carrera, pensando que era mi pasión, sin embargo, me asignaron en la carrera de Químico Farmacéutico Biólogo. En ese momento sentí que mis sueños se derrumbaban, solicité el cambio de carrera inmediatamente, pero no me lo dieron, me dijeron que mis habilidades resultaban mejor para la química que para la medicina. Conforme pasaron los semestres me di cuenta, que mi pasión y mis sueños realmente estaban en la química. Un día estando en oración una tarde en la biblioteca, entendí que el propósito de Dios para mi vida era que yo estudiara en ese lugar porque ahí podría desarrollar todo mi potencial y realizar mis sueños. Han pasado los años y confirmo cada día ese propósito ya que he podido ver cómo mis conocimientos han contribuido en investigaciones permiten mejorar la calidad de vida de muchas personas. 

A través de mi experiencia, también entendí que, al transitar por este mundo, quizás se abrirán y cerrarán puertas. Habrán momentos de incertidumbre, dolor y pruebas que forjarán nuestro carácter, pero también habrá momentos de felicidad y gozo que nos permitirán disfrutar de la vida, por lo que cada suceso nos encamina a cumplir el propósito de Dios. La única acción necesaria es confiar en el amor que tiene Dios para nosotros y mantener nuestra fe firme. Confiar en que lo que sucede, nos llevará a alcanzar nuestro máximo potencial porque hemos sido creados para realizar tareas muy importantes, que ni siquiera imaginamos. Al día de hoy, puedo decir que vivo una vida con propósito, que me siento feliz, bendecida y confiada de ser guiada por el mejor Maestro y Guía que pudiera tener: ¡Jesucristo!