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Tres Voces

DÍA 3 DE 5

La voz del Hombre

La segunda voz que notamos en el Huerto es la de nuestro propio corazón.

Eva no comió del fruto, ni se rebeló contra Dios porque el discurso de la Serpiente la hubiera convencido. La voz de su propio corazón también hizo su parte.

Mientras la voz de la Serpiente todavía resonaba en el Jardín, Eva estaba teniendo una conversación consigo misma. Empezó a convencerse de lo bueno que era el fruto que Satanás le estaba ofreciendo. El fruto se veía bien, o al menos eso pensaba. Y por si fuera poco, parecía tener un beneficio adicional: la sabiduría.

Así que su propio corazón la convenció de que traicionar a Dios sería un buen negocio.

¿El problema?

No todo lo que nuestro corazón desea es lo que nuestra vida necesita. En ocasiones el corazón del hombre se convierte en su peor verdugo, al convencerlo de cosas basadas en un deseo temporal más que en su destino eterno.

Finalmente, Eva pecó e hizo lo mismo que hacen aquellos que viven enredados en su pecado. Incitó a otros. Entonces, convenció a Adán de que también comiera.

¿Cuál es el más profundo deseo de tu corazón en este momento?

Si ese deseo se hiciera realidad, ¿honraría a Dios? 

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