Cómo Manejar La DecepciónMuestra

Dios siempre se está moviendo.

Cuando pasamos por una temporada de dolor o decepción, la primera verdad bíblica que debemos entender es que Dios siempre está presente en la oscuridad. La Escritura no se detiene ahí; la historia de la creación dice que el Espíritu de Dios se movía en la oscuridad sobre las aguas de la tierra. La segunda verdad bíblica en la que podemos apoyarnos es que Dios siempre se está moviendo. Cuando Dios se mueve, crea. Esto significa que Dios siempre se está moviendo y creando vida en nuestras circunstancias. 

El Espíritu del Señor no es estático. Aunque no seamos conscientes de ello, Dios siempre se está moviendo. Él también creó todo para que se moviera. Mira el universo: toda la creación está en constante movimiento. Esto refleja el carácter de Dios. Tenemos que saber que incluso cuando estamos esperando en una temporada de dolor, Dios se está moviendo. Está trabajando a nuestro favor, para nuestro bien. La Biblia está llena de relatos que nos enseñan que Dios se mueve incluso cuando sus hijos no son conscientes de ello. 

Una de las más grandes historias de Dios moviéndose a favor de un individuo, incluso cuando todo parecía desesperado, es el relato bíblico de la vida de José. José era uno de los doce hijos de Jacob. Era tan querido por su padre que sus hermanos lo odiaban por celos. Para hacerle daño, lo vendieron como esclavo en Egipto. Siendo esclavo en Egipto, José experimentó todo tipo de dificultades. Fue a la cárcel durante años, acusado de un crimen que no había cometido. Sin embargo, Dios actuó a favor de José a lo largo de su historia. José terminó convirtiéndose en un gobernante en Egipto, segundo puesto después del Faraón. José experimentó una gran prosperidad y éxito; además, fue capaz de salvar a toda su familia del hambre. Al final de su vida, José les dijo a sus hermanos que Dios utilizó las malas intenciones de ellos para hacer el bien. 

Los creyentes tenemos la promesa de las Escrituras que con la vida de José demostró ser cierta. La Biblia nos dice que Dios hace que todas las cosas contribuyan al bien de los que le aman. A veces, vemos a Dios trabajando en nuestras vidas; otras veces, no. Eso no significa que Dios deje de trabajar. Nunca lo hace. Podemos descansar en la promesa bíblica de que incluso cuando esperamos en el Señor, él renueva nuestras fuerzas. Mientras esperamos, Dios está trabajando.