El Logos, El Verbo, La PalabraMuestra

Jesús es el mensaje de Dios y Su lenguaje a la humanidad

La Palabra es igual a Dios, volver al principio es encontrar la Palabra presente antes que todos los tiempos. La Palabra es el Gran “Yo Soy”. Dios define el único lugar donde la humanidad puede rastrear su verdadero origen. La eterna elocuencia de Dios resuena y concluye en Jesucristo.

La persona que más se somete a Su Palabra es Dios mismo. Dios no cambia, Él es perfecto, en Él no hay sombra de variedad. Su Palabra tampoco cambia; es perfecta y cumple el propósito para el cual es enviada. El verbo preexistente desde antes de la creación del universo, quien estaba cara a cara con Dios dijo lo siguiente: “El que me ha visto, ha visto al Padre”.

La misión de Jesús no fue comenzar ninguna religión, sino revelar y redimir la imagen y semejanza de Dios en el hombre perdida en el Edén, pero ahora encontrada y redimida en Cristo.

Nicodemo, un hombre religioso practicante del judaísmo y de mentalidad griega, se acercó a Jesús de noche “Como un representante de la hora más oscura de la humanidad”. En su intención de que Jesús como profeta de Dios, afirmara su condición religiosa o identidad racial para asegurar su lugar en el nuevo reino, quiso resaltar los milagros hechos por Jesús como una gran credencial de que definitivamente Él provenía de Dios. 

En Su sabiduría y conociendo el corazón del hombre, Jesús derribó toda definición de “Tengo que” para llegar a Dios, fabricada por la religión a través de la respuesta que le da a Nicodemo: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. En otras Palabras, Jesús le quiso decir a Nicodemo que la religión o la identidad racial no le aseguraban un lugar en Su reino, solo un nuevo nacimiento espiritual (Jn. 3: 1-18).

Nacer de nuevo es nacer de arriba, no es practicar una religión, es una nueva vida, una vida espiritual engendrada en Jesucristo por el poder de Su palabra. En la lógica de Dios Su maravilloso don para la humanidad no es para reservar un lugar para unos pocos en un paraíso distante, sino para redimir Su sueño de amor y unidad por siempre con nosotros. 

“Te he dado a conocer a los que me diste de este mundo. Siempre fueron tuyos. Tú me los diste, y ellos han obedecido tu palabra. Ahora saben que todo lo que tengo es un regalo que proviene de ti, porque les he transmitido el mensaje que me diste. Ellos aceptaron el mensaje y saben que provine de ti y han creído que tú me enviaste… Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y yo estoy en ti… Yo estoy en ellos, y tú estás en mí. Que gocen de una unidad tan perfecta que el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas tanto como me amas a mí” (Leer Jn Cap17).