No Compres La MentiraMuestra

Cambiar la herencia por un guiso

La historia que leemos en Génesis nos dice que mientras Jacob preparaba un guiso, Esaú llegó del desierto agotado, cansado y hambriento. Esaú le dijo a Jacob: “¡Me muero de hambre! ¡Dame un poco de ese guiso rojo!”. Su expresión claramente fue una exageración total. No se iba a “morir de hambre”. En verdad, estaba cansado después de un arduo día de trabajo y tenía hambre. Sin embargo, exageró su necesidad inmediata y terminó vendiendo su primogenitura en un momento de debilidad. Al estar cansado, agotado, hambriento y quizás insolado, él vendió sus derechos de hijo mayor. 

En la sociedad israelita, el primogénito era muy especial y tenía ciertos privilegios, era como el favorito de la casa o del padre. 

El primogénito se consideraba especial porque:

• Sucedería a su padre como jefe de la familia. 

• Recibiría porción doble de la herencia. 

• Sería la cabeza espiritual de la familia.

En medio de la debilidad, Esaú vendió todos los privilegios de la primogenitura ¡por un guiso! Compró la mentira del enemigo. Dejó que sus sentimientos los llevaran a tomar una decisión que literalmente cambió el rumbo de su vida para siempre y quedó fuera de la herencia que Dios tenía para él. 

No seamos víctimas de las mentiras que hemos comprado en nuestras mentes y corazones.

Oración: Señor, te doy gracias por la herencia que tengo en ti. Te pido que me ayudes a aprender del error de Esaú, ayúdame a no comprar la mentira y entregar lo más importante por migajas. Ayúdame a no ser víctima de la mentira, sino a mirar más allá de mi situación y confiar en ti.  Amén.