Yo Soy Jonás: Algo Más Que La Simple Historia De Un Pez.Muestra

¡Solo cinco minutos más!

Esta es una frase que todos decimos cuando suena la alarma recordándonos que es tiempo de despertar.

Lamentablemente muchas personas continúan ignorando las alarmas de la vida con tal de seguir extendiendo su siesta espiritual.

Algo que llama mi atención de Jonás, es su capacidad para permanecer dormido aún cuando las circunstancias a su alrededor ponen en riesgo su vida y la de quienes viajan con él.

Lo de Jonás no es fe y confianza en medio de la tormenta. Es pereza e indiferencia.

El versículo 6 del capítulo 1, registra el momento en el que el capitán del barco confronta a Jonás para que reaccione. ¡Que irónico!

Jonás fue egoísta, no solo huyó de Nínive privando a todo un pueblo de escuchar un mensaje que les llevaría a un cambio radical en sus vidas, sino que en su intento por huir de Dios, puso en riesgo su vida y la de otras personas.

Una persona dormida espiritualmente, se deja ganar por la vergüenza, la pereza, la comodidad, la indiferencia, el miedo a la crítica, a la burla y al rechazo, cruzándose de brazos mientras que el mundo se hunde lentamente.

Adormecimiento espiritual nos hace creer que, aislarnos es lo mejor, nos convierte en religiosos que piensan que el amor de Dios se agotó para ciertas personas.

“La sal de los cristianos NO tiene derecho a quedarse apretujada en elegantes saleritos eclesiásticos; nuestro lugar está en medio de la comunidad no cristiana. Frotándonos con ella, como la sal se frota con la carne para evitar que se eche a perder...” (Stott)

Nuestro propósito es evitar que la carne se eche a perder, pero con nuestro silencio e indiferencia parecemos más un catalizador que ayuda a acelerar el proceso de descomposición en nuestra sociedad.

Guardar silencio mientras dormimos es ir en dirección opuesta a nuestra misión.

“Cuando la sociedad se echa a perder, los cristianos tendemos a alzar nuestras manos en gesto de horror, y a hacer reproches al mundo no cristiano. No podemos culpar a la carne que no ha sido salada por echarse a perder. La pregunta es ¿Dónde está la sal?” (Stott)

Lo que le pasó a Jonás es lo que nos ocurre muchas veces; preferimos la aprobación dentro de nuestro círculo (familia, trabajo, amigos e iglesia), antes que ser rechazados por compartir la verdad de Cristo Jesús.