Cómo deben lidiar los cristianos con la depresión Muestra

Casos de depresión en la Biblia

Desánimo o depresión es una de las luchas más comunes que enfrentamos en esta vida. Tristemente, los cristianos a menudo se sienten solos e incluso avergonzados cuando se encuentran luchando en medio de batallas emocionales. El primer aspecto que los creyentes necesitan entender cuando se siente desalentado es que esta situación es común para toda la humanidad. De hecho, la Biblia registra muchos casos en los que sus héroes y escritores se sintieron decepcionados, desilusionados o deprimidos. 

Hay múltiples ejemplos de desánimo o depresión en las Escrituras. En el Libro de los Salmos los escritores dan libre expresión a tales sentimientos negativos. Uno de los salmistas, Asaf, dio voz a su decepción cuando fue testigo de lo que él creyó que era la prosperidad de los malvados y el sufrimiento de los justos. Esta realidad le preocupó tanto que dijo que casi se deslizó en la incredulidad. Su fe fue puesta a prueba severamente por lo que vio. No sabía qué hacer con su ira y desilusión.

Sin embargo, fue al santuario de Dios y encontró ayuda. Su perspectiva cambió porque Dios le recordó dónde terminan los malvados en última instancia y cuál es el fin para los justos. Asaf se dio cuenta de que lo que veía en este mundo era momentáneo; puesto que no representa la historia completa. Su salmo nos muestra no solo la realidad del desánimo y la depresión, sino que también nos da la respuesta sobre cómo lidiar con ella. Necesitamos correr hacia Dios y necesitamos escuchar su Palabra.

Cuando nos encontramos enojados con este mundo, enojados con nuestras circunstancias, o incluso enojados con Dios, la tentación es alejarnos del Señor. Sin embargo, debemos correr hacia el Señor con todos nuestros sentimientos, incluso los negativos. Dios puede manejar nuestras decepciones y desalientos. Lo ha hecho durante miles de años. Muchos escritores bíblicos sintieron que Dios los olvidó, sin embargo, expresaron sus sentimientos al Señor y encontraron aliento en su presencia. Incluso Cristo en la cruz clamó las palabras de otro salmo, cuando dijo, «Dios mío, Mi Dios. ¿Por qué me has abandonado?». Más tarde, él fue capaz de entregar su espíritu en las manos amorosas del Padre.

No importa cuán tristes nos sintamos, no importa cuán espesa sea la oscuridad por la que estemos pasando, podemos confiar a nuestro Padre celestial nuestras vidas y nuestras emociones. En su presencia, podemos encontrar el consuelo que necesitamos.