El PerdónMuestra

Cuando hablamos del perdón hablamos de una de las prácticas que quizá menos se realiza en nuestra vida cristiana. Pareciera ser que perdonar no es un elemento que nos diferencia del mundo, tomamos muchas veces la misma actitud orgullosa que aquellas personas que no conocen de Jesús.

Se ha usado, lamentablemente, la falta de perdón como un arma para castigar a quien nos ha lastimado o nos ha hecho daño. Convertimos esa actitud en un lazo o una soga atada al cuello de aquellas personas y decidimos, en nuestro orgullo, no soltarlas; pero aún peor, nos sentimos frustrados o enojados porque no nos piden perdón, tomamos una actitud de dioses merecedores de que alguien se acerque a pedirnos perdón por lo que nos ha hecho y muchas veces ni así conseguimos estar en paz con nosotros mismos.

La realidad es que el perdón no debe ser secundario u optativo en nuestra vida cristiana, todo lo contrario, el plan redentor de Dios, todo lo concerniente a Jesucristo, a Su sacrificio, a ser adoptados por Dios, a la vida eterna, y todas las manifestaciones de amor de Dios por nosotros, tienen que ver con una sola cosa: el perdón.