Decisiones Muestra

Bendiciones y maldiciones

Hay dos montañas en Canaán: El monte Gerizim y el monte Ebal. Dios dio a Israel un mandamiento inusual: el pueblo debía gritar a los demás desde los montes. Seis tribus fueron colocadas en el monte Gerizim, el monte de la bendición, y seis en el monte Ebal, el monte de la maldición. Si obedecen a Dios, serán bendecidos; si no obedecen a Dios, serán maldecidos. Se trata de una dura comparación.

Si eres obediente, gritaron, serás bendecido en la ciudad y en el campo. El fruto de tu vientre será bendecido. Serán bendecidos tus cultivos y tierras, las finanzas, la cosecha, todo lo que produzcas. Tu entrada y salida serán bendecidas. Tendrás victoria sobre tus enemigos. Todo lo que toques será bendecido. La gente notará la bendición de Dios sobre ti. Tendrás prosperidad. El cielo se abrirá para ti. Prestarás y no pedirás prestado. Serás la cabeza y no la cola, siempre en la cima y nunca en el fondo (Deuteronomio 28:1-13).

Si desobedeces a Dios, gritaron, serás maldito. Serás maldito en la ciudad y en el campo. Tu familia será maldecida. Lo que produzcas, tu tierra y tus rebaños, serán malditos. Tus idas y venidas serán malditas. La confusión, la reprimenda y la ruina repentina vendrán sobre ti. Estarás plagado de fiebre e inflamación. Los cielos serán de bronce para ti. Serás derrotado por tus enemigos. No tendrás éxito en todo lo que hagas. Serás afligido, oprimido, robado, sin ayuda. Tendrás dificultades románticas. Te comprometerás y alguien te robará a tu prometido. Experimentarás pérdidas. Serás ridiculizado y calumniado por los demás. Sembrarás mucho y recogerás poco. Otros subirán más alto mientras tú te hundes, si decides no obedecer a Dios (Deuteronomio 28:15-43).

En el valle, entre las dos montañas, hay una ciudad llamada Siquem. Al final de la vida de Josué, éste llama al pueblo de Dios a volver a Siquem. Allí Josué le recuerda al pueblo las bendiciones y maldiciones que se habían gritado. Los desafía a decidir a quién van a servir.

Este fue uno de los mayores momentos de decisión en la historia de Israel. Pero cada día de nuestra vida estamos en «Siquem». Ante nosotros están las bendiciones y las maldiciones de Dios, y debemos elegir a quién vamos a servir.