Paz en Cristo Muestra

La promesa de paz

¿Has oído hablar de conflictos en tu iglesia? En el cuarto capítulo de Filipenses, Pablo aborda un asunto que amenaza con dividir su iglesia: dos mujeres estaban causando disensión. ¿Qué deberíamos hacer en esa situación? ¿Cómo nos preparamos?

En primer lugar, Pablo nos exhorta a tener una mentalidad correcta y a ver si nosotros no somos la causa del problema. Tener la misma mentalidad que el Señor significa tener una actitud desinteresada y sacrificada que diga: «Estoy aquí para servirte».

Luego, identifica a estas mujeres. Destaca lo que tenían en común: ambas eran sus colaboradoras para difundir el evangelio y sus nombres estaban escritos en el Libro de la Vida.

Finalmente, pide ayuda a toda la iglesia. ¿Por qué? Porque cuando estamos unidos, somos increíblemente fuertes. Para rompernos, hay que separarnos. Pero juntos, nada puede detenernos.

Pablo nos da seis pasos para resolver los conflictos.

¡Regocijémonos siempre en lo que nos une! Nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida; somos ciudadanos del cielo; ¡nos tenemos los unos a los otros! Esta es nuestra protección para no quejarnos ni mirar las cosas que nos dividen.

Qué tu amabilidad sea conocida. Cristo era amable porque era desinteresado y no presionaba sus derechos morales. Aunque tengas razón, concéntrate en el servicio sacrificado; imita a Cristo, que fue a la cruz por nosotros. Cuando el Señor venga, ¿cómo quieres que te encuentre: justo o en lo cierto?

No te preocupes. ¿Qué conseguimos cuando nos preocupamos? Nada. Cero.

Ora con agradecimiento. Acércate a Dios humildemente con gratitud por todo lo que nos une.

Presenta pedidos específicos a Dios. Pide por paz y pon un fin a los desacuerdos, ora por unidad.

Enfócate en lo bueno. Medita en lo que es verdadero, noble, justo, verdadero, puro, amable y admirable en los demás. Esto cambia toda tu perspectiva porque así es como comenzamos a ver a los demás como Dios los ve y el desacuerdo sale por la ventana.

La promesa es que, al hacer estas cosas, el Dios de paz aparecerá en la situación, nos rodeará y guardará nuestros corazones.

Señor de la paz, te pedimos que, por favor, vengas en medio de nosotros y pongas fin a todos los conflictos de manera que te glorifiquen y edifiquen a todos los implicados. Concédenos que nos veamos unos a otros como tú nos ves; que nos enfoquemos en lo que compartimos y no en lo que nos separa.