No te Compares

Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás. - Efesios 2:10 NTV

Dios hizo al hombre a su propia imagen; y nada da con mayor seguridad testimonio a la grandeza de nuestro origen que aquellas facultades del alma, las cuales son capaces de anhelar, concebir y disfrutar lo infinito, lo inmortal y lo divino . . . Cada apetito en la naturaleza y la gracia tiene su satisfacción apropiada”. (Meyer)

Vivimos en un mundo donde tendemos a imitar moldes de otros que por decisión colectiva, por las redes sociales, o incluso por la cultura son modelos ideales a seguir. De haber sido creados para algo extraordinario, nos convertimos en ordinarios.

La cultura actual es tan fuerte que celebra el "pensar diferente", sin embargo terminamos siendo igual que todos. Una persona común es aquella que se conforma con una vida cotidiana y sin propósito, porque se la vive comparándose con otras personas que viven cosas que le gustaría vivir.Frustrados por cumplir con todas las exigencias de nuestro alrededor más que por agradar a Dios.

La palabra adaptar, es una palabra que escuchamos en todos los niveles de la sociedad. El mundo requiere que nos adaptemos para ser aceptables. Sin embargo, Pablo insta a los creyentes a que no modelen sus vidas y conducta por parte de quienes los rodean. En Romanos 12:2 Pablo menciona la palabra “mundo” indicando con esta palabra, un mundo del que Dios está excluido. Desafortunadamente, muchas personas están más preocupadas por estar conformadas y/o comparadas con el mundo, que vivir una vida de evidente transformación.

Satanás considera la comparación como una estrategia de guerra que usa en nuestra contra. Permíteme explicar por qué lo digo. La comparación produce dos resultados.

A veces nos comparamos y nos consideramos superiores, lo cual conduce a: orgullo, egocentrismo, obsesión con las metas, perfeccionismo, juicio y crítica, arrogancia exagerada y obsesión con el logro.

Otras veces, nos comparamos y nos consideramos inferiores, lo cual conduce a: humillación, complejos, temores obsesivos, resignación, inseguridad, sentimiento de indignidad, vergüenza, autodesprecio y celos.

Jesús nos invita a seguirle y a vivir bajo Su gobierno, no lo hace con promesas de cumplir por fin nuestros sueños de dar la talla. Jesús quiere que nos destaquemos, pero conforme al sistema de valores de Su reino.