Nunca Te Rindas (Secundaria)Ejemplo

Escrito por Bella, 17 años, de Cumming, Georgia, EE. UU.

¿Cuándo fue la última vez que alguien te animó de verdad? Es una gran sensación, ¿verdad? Por las mañanas, cuando era pequeña, me levantaba temprano y bajaba las escaleras para ver qué estaban haciendo mis padres. Cuando bajaba las escaleras, mi madre siempre estaba sentada en el mismo lugar. Estaba en su cuarto de oración leyendo su Biblia y orando. Cuando se daba cuenta de que yo estaba allí, me abrazaba y me decía tres cosas: eres inteligente, eres especial y eres amable. Sus palabras eran tan cariñosas, amables y alentadoras para mí. Me animaban mucho antes de empezar cada día.

Pablo, el escritor de este versículo, nos recuerda que debemos animar a los demás y edificarnos mutuamente, tal y como mi madre hacía por mí con sus palabras cada mañana. ¡Sus palabras me ayudaron a entender por qué es tan importante también animar a otras personas! Porque cuando animamos a los demás es cuando podrán ver a Dios en nosotros a través de nuestras palabras y nuestras acciones, al igual que yo pude ver a Dios a través de ella.

Así que hoy, piensa en cómo puedes animar o edificar a otra persona. Tal vez sea recordando a alguien que es importante para ti, o que es amable, o por quien estés agradecido. Luego, ¡hazlo!