¿Realmente Dios tiene un plan para mí?Muestra
La vida era lo mismo cada día, rutinaria, vacía. Entre los estudios, el trabajo y las cuentas de la casa no encontraba la emoción, la felicidad, las ganas tan grandes de vivir. Me levantaba temprano, me alistaba, desayunaba algo ligero y salía al trabajo. La música en la radio parecía ser tan monótona como mi vida. Llegaba, pasaban las horas, hacía una que otra tarea en mi tiempo libre, devuelta al auto y de nuevo en casa.
Recibía llamadas de mis amigas para salir a festejar, era lo único que me hacía sentir un poco viva, un poco alegre. Los fines de semanas entre ruidosa música, bebidas, narcóticos, enredos de una noche, sentía que por fin me divertía, que volvía a la vida, hasta que llegaba a mi casa, sin reconocerme, y a la mañana siguiente me sentía más vacía que nunca.
Me miraba al espejo y me preguntaba: “¿Qué pasa contigo?”, “¿Qué te falta?”, “¿Qué más quieres?”, porque a pesar de tener prácticamente todo, todo lo necesario e incluso más, sentía que no tenía nada. No me malinterpreten, malagradecida no era, cada cosa que había conseguido era un logro, una bendición, pero ¿y luego qué?
Y así iban mis días, uno tras otro, sin realmente tener a alguien en mi vida que supiera por lo que estaba pasando, tal vez mi psicóloga, y por más sesiones de terapia que tomara, había algo que seguía allí, dentro de mí, molestándome. ¿Qué estaba haciendo mal?
Aquella noche de fin de semana, como cualquier otra noche, estaba sentada en una discoteca con mi grupo de amigos. La música fuerte, todos eufóricos, y yo sentada en una esquina, tomando pequeños sorbos de mi bebida. Había perdido la luz, había perdido mi brillo, ya no sabía ni quién era.
-¿Está todo bien? –preguntó una de mis amigas mientras se sentaba a mi lado. Asentí en silencio, forzando una pequeña sonrisa. – Leila, te conozco, está pasando algo. –afirmó. Me mantuve en silencio, mirándola y no pude contener las ganas de llorar que me invadieron. Mi amiga me rodeó con sus brazos y la apreté en un abrazo. ¿Qué había de malo en mí? – ¿Quieres que te lleve a casa? –preguntó, yo asentí, limpiándome rápidamente el rostro. Ambas nos levantamos, ella se excusó con los demás y me llevó a casa.
Todo el camino nos mantuvimos en silencio, sentía la mirada de Ana algunas veces encima de mí, pero no quería hablar. Una vez que llegamos le agradecí, prometiéndole que le contaría luego. Ella se ofreció a quedarse, pero me negué. Bajé del auto y subí a mi departamento. Me quité los tacones, dejé el bolso a un lado y me tiré en la cama. Saqué mi celular y revisé mis notificaciones, entre las cuales se encontraba un mensaje de mi madre.
Aquella noche me di cuenta de que aunque no entienda por qué o cómo Dios hace ciertas cosas, siempre son maravillosas al final, como dice Juan 13:17 "Jesús respondió, y le dijo: Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después."
Leslie Ramírez
Escrituras
Acerca de este Plan
Leilani es una joven que está cansada del estilo de vida monótono y vacío que lleva. A pesar de tenerlo todo, siente que le falta algo. Cierta noche, estando en un club con algunos amigos, la tristeza la arropa de repente y decide marcharse de aquel lugar. Cuando llega a su departamento recibe un mensaje que le da un completo giro a su vida.
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Nos gustaría agradecer a Leslie Ramírez Lázaro por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://aboutleslierl.web.app/