Sumergidos en el Jordán.

Para un judío el desierto tiene significado. Faraón y el egipcio no pudieron atravesar el Mar Rojo, pero toda una generación hebrea no pudo atravesar el Jordán, incluyendo a Moisés. El río es la transición entre el desierto y la promesa.

"Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados" Marcos 1:4,5.

Con nuestra adoración, con nuestra voz clamamos en el desierto y atraemos hacia nosotros gente de todas las provincias, de todas las naciones y de todos los idiomas, para llevarlas al Mesías.

De aquí se desprenden tres grandes responsabilidades, seamos músicos, cantantes, evangelistas, pastores o profetas de Dios; ninguno de estos elementos puede faltar en nuestra ministración:

1. Incentivar el agradecimiento, al reconocer lo que Dios hizo en el pasado.
2. Llamar al arrepentimiento, para ser sumergidos en las aguas de Su presencia.
3. El Mesías, sin Él no hay poder, ni Espiritu Santo, ni fuego, ni esperanza, ni salvación, ni vida eterna.

El desierto nos recuerda de dónde venimos o de dónde Dios nos ha traído. El Jordán significa la transición, la muerte al pasado, el bautismo como inmersión en la adoración. Y el Mesías, representa la esperanza de un futuro en libertad del Espíritu.

Medito en esto: Yo soy la Voz que agradece, que promueve arrepentimiento y que te adora, Cordero de Dios.