Ama a Tu Enemigo – La Compasión en Un Mundo CorruptoMuestra

La Lucha

Dios nos ha llamado a vivir una vida santa, vidas sin culpa en un mundo corrupto. Pero ¿qué haces cuando han calumniado contra ti? ¿cuándo desconsideradamente se han aprovechado de ti e incluso has sido víctima de palabras hirientes? El enemigo ataca y te encuentras en una lucha por mantener tu posición de hija, o hijo de Dios frente a la situación.

Puede ser un compañero de trabajo, un vecino, tu ex cónyuge, incluso tu esposa o esposo, tal vez un amigo que se ha revelado en contra tuya, despertando una mezcla de emociones dolorosas que causan intenciones de venganza y no de amor. Amar a esa persona que te ha lastimado es lo que menos deseas hacer en el estado emocional o físico en el cual su actitud te ha dejado.

No te sorprendas de esta animosidad, la Biblia dice «no te sorprendas de las pruebas de fuego que estás pasando, como si te ocurriera algo extraño». (1 Pedro 4:12 NTV)

Aunque no estés luchando una batalla física con espadas y lanzas, si profesas ser hijo del Dios Altísimo, estás propenso a tener batallas espirituales con tu enemigo, el diablo o Satanás - el verdadero enemigo de tu alma. Él es quien activamente ataca tu fe para desacreditar tu testimonio. Ningún hijo de Dios es inmune a sus tácticas, las cuales convierten situaciones y personas a nuestro alrededor en enemigos.

Tu enemigo no es la persona que te ha atacado. Tu lucha no es contra carne ni sangre, sino con fuerzas espirituales oscuras que se aprovechan de tus debilidades y de tu propia humanidad, utilizando a personas a tu alrededor para colocar piedras de tropiezo en tu vida.

Esta batalla no es una guerra que se gane en el área natural o física, sino que se peleará y ganará en el reino espiritual con tácticas celestiales. Con la ayuda de Dios, puedes convertir este ataque del enemigo en una oportunidad para que su amor y su misericordia se manifiesten.

Declaración de la Escritura:

«¡Oh Dios, fortaleza mía!, esperaré a que me rescates, pues tú eres mi lugar seguro. Dios mío tu amor por mí es muy grande; vendrás. Harás que yo vea la derrota de mis enemigos». (Salmo 56:9 NBV)