Tu deseo hecho acciónMuestra

"Tu deseo hecho acción"

He comprendido que como hijos de Dios tenemos gran responsabilidad en poner por obra lo que tanto hablamos y de lo que tanto alardeamos. No podemos ser como los del mundo, que sueñan con una cantidad de obras que quieren llevar a la acción solo cuando tengan la opción de asegurar la zona de confort y cuenten con todos los recursos o las condiciones esperadas para poder hacer realidad los deseos de su corazón. Me explico mejor; escucho cantidad de veces lo siguiente: "Si yo tuviera mucho dinero ofrendaría mucho a la congregación, tendría una fundación para ayudar a los más necesitados, me dedicaría a servirle solo al Señor, etc., etc., etc.".

Los hijos de Dios vivimos por fe y no por vista; ¿cómo podríamos entonces comulgar con las ideas que tergiversan esta gran realidad espiritual? No podemos ir en contra de la Palabra, no podríamos esperar a tener para poder hacer, no podríamos esperar que nuestra vida esté en el orden que queremos que esté para poder hacer lo que ya Dios nos ha mandado hacer desde hace tiempo.

Seríamos igual que Tomás, tendríamos que ver primero para poder creer. ¿Qué sentido tiene entonces la fe, si lo que nos mueve es precisamente la certeza de vivir el día a día bajo la dirección y provisión divina de nuestro Padre, confiados totalmente en su Paternidad, en su sustento y en su respaldo?

Reflexiona en lo siguiente: ¿Te quedas en el deseo o lo pones en acción? Porque podemos desear hacer muchas cosas. Sin embargo, ¿las estás haciendo? ¿Ya diste el paso de fe y has puesto por obra lo que tanto anhelas vivir por y para el Señor? Observa el siguiente ejemplo: No podrías decir que sientes misericordia por los necesitados si no estás dispuesto a sustentarlos; sería como decir que tienes misericordia por aquellos que viven en la calle, pero no te imaginas cerca de ellos; que sientes piedad por los ancianos, pero no les tienes paciencia; que quieres proclamar la Palabra en las cárceles, pero te da miedo de los presos.

Los deseos que coloca Dios en nuestro corazón tienen que estar alineados a la acción; de lo contrario, solo serían deseos muertos, anhelos sin fundamento ni propósito, solo un puñado de emociones y sentimientos producto de la jactancia y el alarde de la carne.