La BatallaMuestra

«Oh Dios la batalla tuya es

Todo temor hoy rindo a tus pies

Y en la noche diré

Oh Dios la batalla tuya es».

¿Qué hacemos cuando la batalla parece imposible?

Los últimos dos días abordamos qué hacer cuando nos enfrentamos a una batalla y luego cómo mantener nuestros ojos enfocados en Dios en medio de ella. Sin embargo, queda una pregunta final: ¿qué hacemos cuando estamos en la batalla, manteniendo nuestros ojos en Dios, pero todavía se siente tan imposible?

Allí estaba el rey Josafat, frente al atrio, clamando al Padre. Estaba desesperado y asustado, pero continuó hablando con el Señor. Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jahaziel, varón que estaba en el atrio. Jahaziel habló las palabras del Señor, animándolos y dirigiéndolos sobre lo que debían hacer en medio de esta batalla. «No tengan miedo ni se desanimen a causa de este vasto ejército. Porque la batalla no es tuya, sino de Dios».

Qué increíble mensaje de provisión del Señor en el momento de necesidad del pueblo de Israel. Aunque es posible que no participemos con frecuencia en el combate militar hoy en día, el Señor sigue siendo el mismo que era entonces. Él se preocupa por tu batalla con la adicción o el pecado o la enfermedad mental o el dolor o cualquier otra cosa que enfrentes, así como lo hizo con la batalla del rey Josafat contra los moabitas y los amonitas. Como dice «La Batalla», puedes poner tus miedos a Sus pies. Esta batalla le pertenece a Él ahora, no a ti.

Cuando el Señor finalmente libró a Judá de su batalla, respondieron con alabanza y adoración. Reconocieron Su gran poder y respondieron con amor y adoración. Cuando la batalla le pertenece a Él, es imposible no responder con gratitud y alabanza.

Entonces, ¿qué debes hacer cuando la batalla que enfrentas es demasiado grande para ti?

1. Busca la ayuda del Señor primero.

2. Pídele que enfoque tus ojos en lo que ha hecho antes.

3. Confía en que la batalla le pertenece.

4. Alaba al Señor con canciones y acción de gracias.

5. Cuando sea difícil recordar la soberanía de Dios, ¡escucha «La Batalla» y recuerda la verdad!